Nilo es un actor mediocre al que ya no le dan trabajo. Su mujer lo ha dejado y él entra en una espiral de pensamientos autodestructivos. Gracias a Walrus, un nadador experto que oculta un trauma familiar, Nilo aprenderá a nadar a los cuarenta y ocho años, y en el camino también recibirá la lección más importante de su vida. Es el argumento de El nadador de aguas abiertas, montaje dirigido por Fernando Bernués y producido por su compañía, Tanttaka Teatroa, y K. Producciones, que se representará este domingo, 14 de mayo, a las 20.00 horas, en la casa de cultura de Villava.

El espectáculo, cuyos ensayos tuvieron lugar en Navarra, cuenta en el apartado del diseño de iluminación con David Bernués, recientemente finalista al Premio Max por su trabajo Eta orain zer? / ¿Y ahora qué?, de Kukai Dantza. Asimismo, Acrónica Producciones se ha encargado de las proyecciones de este montaje, y la productora ejecutiva, Cristina Elso, también es navarra. La música, compuesta por el ganador de un Goya Fernando Velázquez y grabada por la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, contribuye, en palabras del director de escena, a transmitir la sensación “balsámica” que contiene la obra.

Markos Marín y Adolfo Fernández interpretan a los personajes de esta historia original de Adam Martín Skilton, adaptada por María Goiricelaya (Altsasu, Yerma).

 “Un relato cautivador”

En palabras de Fernando Bernués, El nadador de aguas abiertas es “un relato cautivador” que presenta dos vidas “fortuitamente enredadas por el mar y, en la orilla, la amistad ejerciendo de literal salvavidas...” “Es un auténtico regalo narrativo que a su vezinsinúa sugerentes posibilidades escénicas y escenográficas”, apunta el director sobre esta historia que “invita a una poética alejada del realismo”. 

Una historia que han arropado con una escenografía naif, creada por el propio Bernués y “que bien podría tratarse de una instalación de un museo de arte contemporáneo”. En el escenario, “una poética teatral y una aparente ingenuidad que nos asomará a la infinita línea de un horizonte doméstico”, a través de cientos de tradicionales cubos de plástico cotidianos, pero transparentes, que acogerán una playa y sobre los que se proyectarán imágenes del mar y del cielo. Todo, para lograr una atmósfera “cómplice” con el público.