El director del séptimo Congreso Internacional de Arquitectura celebrado en Pamplona, Joan Clos, aseguró el viernes a Efe en la jornada de clausura que “el urbanismo es política y la arquitectura es arte” y subrayó que los grandes cambios urbanísticos no se van a resolver con “guante de seda”.

Clos, quien fue subsecretario general de la ONU y director ejecutivo de ONUHábitat de 2010 a 2017, afirmó que “la forma de la ciudad, la financiación de la ciudad, la regulación de la ciudad, esto es política, política local si se quiere, política aplicada, pero solo a través de decisiones políticas tomadas con carácter, con fortaleza, se pueden resolver temas como la vivienda”.

“Ahora que tenemos mayor inmigración, mayor diversidad de población, todo esto cada vez es más complicado y no se puede resolver con un ‘bla bla bla’, con guante de seda”, dijo el exalcalde de Barcelona y exministro de Industria, Comercio y Turismo.

Respecto a cómo será la ciudad del futuro, subrayó que urbanistas y arquitectos “no lo sabemos y no lo tenemos por qué saber. No podemos hacer planificación del futuro como si ya supiésemos cómo va a ser la ciudad dentro de 30 años, no tenemos ni idea”. En cambio, agregó, “lo que sí tenemos que hacer es diseñarla de tal forma que sea adaptable a lo que vayas a hacer y esto es lo complicado”. El buen arquitecto o buen urbanista, a su juicio, “tiene que ser capaz de diseñar un modelo de urbanismo abierto, no cerrado, no uno superplanificado, sino flexible”.

“Los planificadores urbanos no son dioses ni escriben la Biblia; hacen un esquema para que el esquema se mezcle con la vida y cree una realidad nueva”, consideró Clos, quien reconoció que “los que nos preocupamos por la construcción de la ciudad no somos dioses, somos humanos y falibles animales racionales”. Por este motivo, aseveró que el urbanismo “tiene que ser indeterminado para que se mezcle con la vida, para que la vida entre en las piedras”. Por ejemplo, dijo, no es válido “el modelo de Versalles, el jardín o el edificio perfectamente terminado e intocable. Esto no es la ciudad del futuro”.

“Este es el gran conflicto de la arquitectura, que está hecha con piedra y con estructuras físicas que pretenden ser durables, pero a la vez tienen que ser permeables a los cambios orgánicos de la sociedad”, explicó. 

Clos apostó por ello por “hacer unas ciudades que sean adaptables a lo que vaya a ser el futuro y evitar riesgos como la ciudad del siglo XX, donde todo se hizo para el coche y ahora estamos todos desmontando la ciudad del coche”.

Cuidadito con enamorarse de una forma absoluta con una tecnología, porque la tecnología cambia”, concluyó.