Una mariposa atravesada por un alambre de espinas. Esta potente y simbólica imagen protagoniza el cartel de la exposición La vida entre alambradas. Arte en el campo de Internamiento de Gurs, que reúne dibujos realizados por prisioneras/os del Campo de Internamiento de Gurs, que entre 1939 y 1945 encerró a más de 60.000 republicanas/os españolas/es, judías/os y combatientes de entre los que 456 eran navarras/os. 

Organizada por el Instituto Navarro de la Memoria, la muestra abrirá sus puertas el miércoles 17 de abril, a las 18.30 horas, en el Palacio del Condestable de Pamplona. Intervendrán en el acto la vicepresidenta y consejera de Memoria, Convivencia, Acción Exterior y Euskera, Ana Ollo; Pilar Rodrigo, comisaria de la propuesta; Raymond Villalba, miembro de la Asociación Terres de Mémoire(s) et de Luttes (Amigos de las Brigadas Internacionales); Emilio Vallés, presidente honorífico del Amical du Camp de Gurs, y Walter Schmid, presidente de la Fundación Elsbeth Kasser de Zurich. Y es que para que estos materiales llegarán al día de hoy, tuvo que haber alguien que los recopilara y los conservase. Esa persona era Elsbeth Kasser, conocida como el Ángel de Gurs, “una enfermera suiza que durante la Guerra Civil estuvo en Madrid y más tarde pidió el traslado a Gurs para seguir ayudando” a quienes huían de España (la Retirada) y del centro de Europa, cuenta Pilar Rodrigo. En una pequeña cabaña, la enfermera ayudó a todos los que llegaban a aquel lugar infame donde muchos murieron de hambre, hacinamiento y enfermedades infecciosas. 

La muestra podrá verse desde el miércoles 17 de abril. Javier Bergasa

Refugiados, 'indeseables'...

En un primer momento, el Campo de Gurs, construido sobre 28 hectáreas en apenas 42 días de marzo y abril de 1939, acogió a republicanas/os españolas/es y a miembros de las Brigadas Internacionales que huían de los franquistas. Poco después, Francia comenzó a internar en él a los que llamó indeseables (delicuentes comunes, comunistas, mujeres casadas con alemanes, militantes de izquierdas, homosexuales...) En 1940, con la caída de Francia y la instauración del régimen de Vichy, trasladaron hasta este enclave de los Pirineos Atlánticos a miles de integrantes de la población judía de los departamentos alemanes de Baden, Palatinat y Sarre. Muchas/os de ellas/os eran ancianas/os. Posteriormente, llegaron judíos de otras latitudes. En numerosos casos, era la antesala de los campos de exterminio de Auschwitz o Mathausen

Un muro de fichas personales

En seis años, más de 60.000 personas pasaron por Gurs. Entre ellos había representantes del mundo de la cultura, caso, por ejemplo, de la filósofa y escritora Hannah Arendt, y de diversas/os artistas que siguieron practicando cuando y como podían, casos de Julius Turner, Edith Auerbach, Karl Borg o Kurt Löw. Y no fueron los únicos, porque mujeres, hombres, niñas y niñas plasmaron trazos de lo que veían y sentían. Al finalizar la guerra, la enfermera Elsbeth Kasser recogió muchas de las ilustraciones y las guardó en una caja “porque no podía abrirla sin recordar aquel horror”, apunta la comisaria. Hasta que en los años 80 destapó aquel recipiente de memorias y llevó su contenido a restaurar. 

Uno de los dibujos originales que se exponen en el civivox del Casco Antiguo de Pamplona. Cedida

Un dibujo, una historia

Kasser murió en 1992 y dos años después se constituyó en Zurich la fundación que lleva su nombre y que ya ha mostrado estos dibujos en distintos países europeos, llegando ahora a Pamplona. “Aquí vamos a poder ver los originales; y con cada uno de ellos aparece el testimonio de una persona que se ajusta a lo que plasma la imagen”, continúa Rodrigo, antropóloga especialista en memoria histórica y social. Desde el relato de uno de los internos que siente dolor al contemplar los Pirineos, hasta el de niños que trasladaron al papel flores y otros elementos del entorno, “porque seguían siendo niños”. 

Como agrega la experta, son dos los objetivos finales que pretende alcanzar este proyecto del Instituto Navarro de la Memoria. Por un lado, “recordar, para que no caigan en el olvido, y homenajear a las personas que pasaron por aquello y a las instituciones que custodian esas experiencias”, y, por otro, “ser conscientes de que en muy poco tiempo podemos perder lo que tenemos”. La democracia, por ejemplo. En un momento tan tenso como el que vivimos, “sería bueno recordar” que en un mes y medio de 1939 cerca de 440.000 republicanas/os tuvieron que abandonar su país y dejar atrás casas, relaciones, trabajos, familias, ideas, sueños...

Fichas

456 navarras/os acabaron en Gurs. Con sus fichas se ha erigido un muro en el Palacio del Condestable de Pamplona. No se les olvida.