Miguel Sánchez-Ostiz (Pamplona, 1950) acaba de presentar el poemario Osadías y descalabros, "resultado literario de lo que la difícil situación que le toca vivir desde hace año y medio", explica Txema Aranaz, editor de Pamiela, sello con el que ha publicado numerosos libros y que ha organizado una cita con los medios en un lugar muy simbólico para ambos: la librería Ménades, localizada en el número 3 de la calle San Gregorio. Y es que, en esta ubicación nació la editorial navarra hace ya 41 años, "y Miguel estaba allí". El autor, que si bien ha volcado en estas páginas lo que ha pensado y sentido durante este tiempo, no habla de la enfermedad en concreto. Y tiene clara la razón: "No le cuentes al prójimo tu cuerda floja, cada uno tiene la suya y sería una grosería", opina.

Sánchez-Ostiz aprovecha el recuerdo que evoca Aranaz y comenta que en ese mismo lugar presentó con Pamiela un poemario que a algunas personas -cita al pintor Pedro Manterola- no les gustó, quizá porque "era muy abstracto para ellas". En cualquier caso, "no voy a despotricar de ese libro porque sería una cobardía". Uno de sus referentes, Gonzalo Torrente Ballester, "sabía que su primer libro no era bueno, pero que gracias a él llegaron los demás", señala Sánchez-Ostiz, y añade: "No sé si los míos han sido tan extraordinarios, pero sí han venido muchos".

"Cuando te cae encima algo como un ictus, te das cuenta de lo frágil que eres"

Miguel Sánchez-Ostiz - Escritor

"No es un libro de autoayuda"

Por primera vez desde que sucedió, Miguel Sánchez-Ostiz habla del ictus que sufrió hace más de 18 meses. "No estoy del todo recuperado -sigue en rehabilitación y se ayuda con bastón-, los primeros meses fueron muy duros. Me di cuenta de que nada iba a ser como antes; intentaba escribir y no podía, no me iba la cabeza", comparte. Y con este libro no quería hablar de la enfermedad en lo concreto, sino plasmar cómo se está enfrentando a ella. "No le cuentes al prójimo lo de tu cuerda floja, cada uno tiene la suya", dice con el humor que le caracteriza y en referencia al poema Funambulistas que presenta en el libro y que continúa así: "Si quien no bailotea sin red en la mamora está estampado contra el suelo, mientras el público pide '¡Otra! ¡Otra!" "A la gente le divierte vernos caer", apunta el escritor entre risas.

En un primer momento, Osadías y descalabros iba a ser en verso, "pero luego me acordé de un amigo bilbaíno que decía que para hacer literatura hay que escribir todoseguido, y así lo he hecho", bromea. Y lee Una luz que se escapa (Vanitas), encabezado por la frase del cantautor Raimon "som una llum que s'enfuig": "Una luz que se escapa. Un fuego fatuo a lomos de un murciélago que sale de caza en los desvanes ruinosos de tu vida. Una breve candela en manos de un alma en pena (...)" En este poema, el autor menciona una de las películas que más le gustan, Una sombra ya pronto serás, de Héctor Oliveira a partir de la novela homónima de Osvaldo Soriano. "En un momento, uno de los personajes dice 'me voy pa' Bolivia', pero no te vas, te quedas en tu sitio y cada día intentas dar un paso más", indica, plenamente consciente ahora de que "esto no dura para siempre" y de que "hay que agarrarse al presente, que es lo que tienes". Eso sí, "esto no es libro de autoayuda, no es lo mío", advierte.

Sánchez-Ostiz hace gala de su humor durante el encuentro con los medios. Unai Beroiz

Autocrítica y fragilidad

"Me dio el ictus en el Madrid de Isabel Díaz Ayuso, estoy vivo de milagro", afirma Sánchez-Ostiz con humor, aunque el recuerdo de todos los centros de salud de allí "bajo mínimos" no es grato, claro. Tampoco los sentimientos y pensamientos surgidos a partir de ese momento. "Cuando te cae encima algo como un ictus, te das cuenta de lo frágil que eres y de las limitaciones que vas a tener". De esas limitaciones habla este nuevo poemario en el que, pese a todo, se muestra a un escritor que, más que resistir, insiste, como queda claro en las líneas que componen Hurt: "Si pudieras volver atrás, pero no puedes, y lo sabes, e insistes, sientes el daño causado por inadvertencia o mal humor, los desfallecimientos, las raterías y embustes y el egoísmo de un menesteroso que vivía una vida inventada o armada a medias por falta de arrojo o de talento y coraje para inventársela entera". Y termina: "No tienes ni olvido ni absolución posibles y a pesar de ello, no callas". "No, no callas, cuando pasas por una situación así, haces una especie de balance, pero pensar en qué has hecho o qué no deberías haber hecho es un ejercicio de contabilidad tonta".

La autocrítica también está presente en este volumen, por ejemplo en el poema Ya era tarde, donde cuenta su experiencia malograda de cruzar en barco desde la Patagonia a la Tierra del Fuego. "En ese momento me dio miedo coger la avioneta y luego lo he lamentado, hay muchas cosas en la vida que echas en falta haber hecho", recuerda. De ahí quizás también Desconsuelos, aunque aclara que "de la verdadera tragedia no sé nada; he tenido suerte". Y concluye haciendo referencia al título del libro: "Estos textos son osadías, ¿para qué me voy a poner profundo si no lo soy?, creo que fue Pessoa el que dijo que el poeta es un fingidor".

Lo que está claro es que Osadías y descalabros es, como subraya Txema Aranaz, "más que un libro de poemas".