Dice, sin miramientos, estar en paz con el fútbol. Se ha retirado obligado por unos problemas en la columna vertebral que arrastra desde hace muchos años y que hace unos meses, en su última temporada, defendiendo los colores del Amorebieta, le obligaron a parar durante ocho largas semanas. Ni entonces perdió la sonrisa. Rodeado de los suyos, atiende a DIARIO DE NOTICIAS desde su casa en Berango.
Se acabó.
—Sí… Alguna vez tenía que llegar y ha llegado. Por lo menos he podido acabar jugando, que yo creo que es importante, y lo he hecho además con buenas sensaciones. Pero ya era hora de decir agur.
La espalda ha dicho hasta aquí.
—La espalda, el cuello, la columna… La columna en general, el cuello y la parte baja de la espalda en particular. Llevo muchos años con dolores, con sufrimiento, solo la gente que me conoce y está en mi día a día sabe de lo que sufro a diario. Y ha tocado decidir que había que dejarlo.
¿Ha pensado qué quiere hacer con su vida a partir de ahora?
—La verdad es que no, no he pensado nada. Supongo que intentaré sacarme el carnet de entrenador, por si alguna vez me apetece y alguien quiere que desempeñe esa función. Me dedicaré a recuperar la espalda para tener un día a día normal y poder jugar con los críos sin problema.
Entrenador, ¿por qué?
—Por estar relacionado con el fútbol. Tengo ya los dos primeros niveles, que los hice con Kirolene hace un montón de años, y por acabarlo. Pero si me apetece hacer alguna otra cosa creo que también voy a tener tiempo.
¿Le atrae ser director deportivo o representante de futbolistas?
—Ahora mismo, no. Creo que no me gusta ese mundo. Dentro del fútbol es algo bastante diferenciado con ser jugador o entrenador. No sé si me veo en ello.
¿Se va en paz con el fútbol?
—Sí. Pero me hubiera gustado, por ejemplo, que la experiencia en Birmingham no hubiera sido como fue por el tema del covid, el cambio de entrenador… Me hubiera gustado quedarme más en paz con todo allí. Estuvo bien la experiencia, con el club no hubo ningún problema. De hecho, me ha marcado mucho a pesar de estar poco tiempo allí. Estoy muy en paz con el fútbol.
Aunque se quedó a las puertas de jugar 400 partidos con el Athletic…
—Sí…
No estamos descubriendo nada. Nunca ha ocultado que le queda esa espinita clavada.
—Espinita y grande. Saltó la pandemia, quedaban once partidos por disputarse, una final de Copa que finalmente se jugó un año más tarde… Después de una nueva pretemporada, por así llamarlo, con cinco cambios por partido, no haber jugado ni un solo minuto, no digo ya sumar esos tres partidos que me faltaron, creo que no fue del todo justo.
¿Ha hablado de ello con Gaizka Garitano?
—No. Él como entrenador decidía lo que creía mejor y estoy convencido de que él no le dio demasiadas vueltas. Tampoco creo que sea algo como para alinear a alguien o no, pero sí creo que pudo haber sido un detalle aunque sea sacarme solo durante tres partidos en algún momento, porque se quedaron cambios sin hacer. Creo que sí es algo que yo, como entrenador, habría tenido en cuenta. Y creo que otros muchos también. Él no lo vio así. Tendrá sus razones, no le voy a criticar por eso.
¿Cómo ha convivido con las críticas de la gente?
—Si ayudan a mejorar y a que uno se dé cuenta de que lo ha hecho mal, bien; los que critican sin saber, sin ánimo de ayudar, de hacer una crítica constructiva, solo para dañar y tratar de molestar, peor, porque esas no sirven para mucho. Hoy en día tenemos todos los datos posibles a nuestra mano, no me hace falta saber lo que dice un periódico, un tuitero o un blogero para saber si juego bien o mal.
¿Cree que mojarse, especialmente a nivel político, le ha podido generar más cosas negativas que positivas?
—No. Lo único que me ha generado es que la gente me conozca. Nunca he faltado el respeto a nadie, como mucho he podido pedirlo para gente que se lo merece. A partir de ahí, al que le moleste lo puedo entender, pero me da igual; y al que le guste, simplemente me alegro de que me conozca, porque más allá de un futbolista soy una persona.
Lo que ha hecho es provocar una corriente a favor y en contra de su figura. ¿Lo entiende así?
—Sí, lo entiendo. Entiendo que funcione así. Lo que no puedo entender es que alguien esté en contra solo por ciertas cosas que diga, o que juegue bien o mal por las cosas que digo. Pero el mundo ahora funciona así. Sobre todo, con las redes sociales. Todo genera debate.
Entonces, ¿qué hay que hacer?
—Cada uno tiene que estar en paz consigo mismo y hacer lo que cree que tiene que hacer. Yo no me voy a callar porque haya cuatro que me vayan a criticar por hablar y no voy a hablar porque cuatro quieran que hable. Haré lo que yo quiera.
Una de las cuestiones por la que más se le ha criticado es por su salida del Athletic rumbo al Liverpool en 2007. ¿Puede explicar por qué se fue a Liverpool?
—Yo entiendo que la gente no sabe y no se le ha informado. Yo era un juvenil por el que no merecía la pena perder el tiempo en explicar la situación. Yo me fui porque aquí no se confió en mí para ser jugador del primer equipo. Se me dijo directamente: no eres un proyecto de jugador para el Athletic. Vine con 16 años al Athletic y antes de eso, cada vez que llamaban otros clubes preguntando por mí, la respuesta era idéntica: No, Mikel no quiere ir, solo quiere ir al Athletic. Si no hubiera venido al Athletic no me habría movido de casa.
¿Cuándo le contactó el Liverpool?
—Estando en el División de Honor, cuando ya había empezado a ir convocado con la selección española. Ese interés fue algo que en su momento, quienes estaban al frente de Lezama, no se creyeron. Fue pasando el tiempo, tardé como 4-5 meses en ir a Liverpool a firmar desde esa primera llamada. Por el camino el Athletic seguía sin creérselo, no me valoraba como jugador de Primera. Me decían que fuera paso a paso, primero al Basconia. Yo podía estar de acuerdo con ello, o no, pero en ningún momento me pareció mal. Yo no exigí nada. Pero tenía a un lado a Rafa Benítez mostrándome su total confianza y haciéndome ver que podía llegar al primer equipo, y a otros en Lezama diciéndome que no iba a valer para jugar en el Athletic. La realidad es que en su última oferta, el Athletic me pagaba más que el Liverpool. Pero no me ha movido nunca el dinero, sí que la gente confíe en mí, me valore y crea que puedo ser algo. Como sucedió dos años después, en 2009, cuando vine al Athletic pudiendo ir a otros sitios y estando Benítez totalmente en contra de que viniera aquí.
¿Qué fue lo que más le molestó?
—En 2007, cinco juveniles, viniendo de Iruñea, tuvimos un accidente de coche. A los días se hizo una especie de visita a la residencia de Derio, en la que estábamos los cinco además, y acudió Ana Urquijo, la entonces presidenta. No sé si se acercó a conocer la residencia o qué. Pero hubo gente que ni siquiera se molestó en saber cómo estaba yo. Me perdí semanas de clase. Creo que eso deja claro que había otras prioridades. No digo que el hecho de que apostaran más por otros estuviera mal, pero solo quiero que la gente sepa que yo no era una opción que ellos valoraban para el futuro del Athletic. Hubo elecciones ese verano y a los 3-4 días llegó una carta a casa de mi ama firmada por Fernando García Macua, que ni me conocía, en la que decía que lamentaba cómo se habían dado las cosas y que ojalá nuestros caminos se volvieran a juntar en el futuro. Fernando ni estaba en el club cuando pasó, pero tuvo un gesto muy bonito.
En su momento se llegó a decir que algunos jugadores de aquel juvenil de División de Honor del Athletic del que usted formó parte le hicieron la cama al entrenador, Julen Guerrero. ¿Qué tiene que decir al respecto?
—De aquel equipo hemos jugado en Primera Yuri Berchiche, Isma López, Unai Albizua, Ander Iturraspe y yo. Cinco de un juvenil que por primera vez en la historia se queda fuera de la Copa, un juvenil que en años anteriores había ganado todas las ligas que habían jugado, yo empecé a ir a la selección española… Es decir, ni nosotros éramos malos, ni jugábamos mal, ni le hacíamos la cama a nadie. Las cosas no se dieron. Yo entiendo perfectamente que para Julen (Guerrero) no tuvo que ser nada fácil pasar de ser parte del primer equipo, además de lo que implicaba ser Julen, a en unos días ser entrenador del primer juvenil, donde había chavales con edades de 16, 17 o 18 años. Chavales con sus problemas, sus ideas y sus ganas. No salió bien la cosa, pero no porque no lo intentáramos. A mí me hubiera encantado ganar la liga y la Copa, de hecho teníamos equipo para ello, que lo venía ganando todo, como sucedió el año anterior con Patxi Salinas.
Antes ha dicho que no le ha movido el dinero. Me consta que tras salir del Athletic tuvo ofertas mareantes de países de Oriente Medio. ¿Cómo se dice que no a algo así?
—Fácil, con un monosílabo: no. Aparte de que el dinero no me ha movido, tampoco me ha atraído nunca jugar en cierto tipo de ligas. No fue muy difícil, aunque me ha servido para hacer alguna coña entre amigos. Nunca lo he valorado. Y con familia, fue fácil decir que no.
¿Entiende a quien sí va a esas ligas?
—Sí, lo entiendo. Cada uno es diferente. Mira ahora con el golf todo lo que está pasando. Lo entiendo, pero no es algo que a mí me mueva o que haría. Pero cada uno es libre de hacerlo.
En unas pocas semanas arranca en Qatar el Mundial…
—Ya hay selecciones que públicamente han mostrado su rechazo a que se celebre allí.
Pero van a ir…
—Sí… Es difícil. También se ha llevado la Supercopa a Arabia Saudí. También Israel hace lo que hace y juega las competiciones europeas. Se ha quedado fuera Rusia, que no digo que no lo merezca, pero al final depende de quién sí y depende de quién no. Ahora tengo todo el tiempo del mundo, pero no voy a ir a Qatar a verlo por mucho que me encanten los Mundiales.
Con el Athletic, ganó un título, la Supercopa de 2015. ¿Ese triunfo compensa las derrotas en las finales de Europa League y Copa de 2012 o la de la Copa de 2015?
—No, no, no. No compensa. A veces me pregunta Markel (su hijo), que tiene seis años y empieza a conocer a más jugadores, quién es mejor, si Messi o Cristiano. Le digo que para mí, Messi, pero él me dice que no, que Cristiano. Entonces le explico que si Messi no hubiera jugado en el Barça, aita tendría algún título más con el Athletic. Pero no compensa. Está claro que fue la hostia, más aún después de haber perdido tanto. Fue un subidón por la celebración, por cómo estaba Bilbao… Ojalá estas generaciones que vienen por detrás lo puedan volver a ver. Y bueno, todas las que faltamos por ver la gabarra surcando la ría.
¿Cómo ve el futuro a corto plazo del Athletic?
—Lo veo bien. Creo que hay jugadores jóvenes que se están consolidando y eso unido a los que ya estaban de antes y son más veteranos, como plantilla hay mimbres de sobra para llegar a Europa. Que no se llega desde que se fue Ernesto. Y Ernesto ha vuelto. Creo que la cosa pinta bien.