Es difícil convencer a un hijo o hija de corta edad de comer pescado. Suele dar un trabajo que les da mucha pereza, la de quitar las espinas. Además, los progenitores se preocupan, y con cierta razón, en destacar los peligros de tragarse una de ellas. Así, es difícil convencer a nadie de que comer pescado es bueno y conveniente.
Pero no todos los peces son iguales, ni tienen el mismo tipo de espinas, ni distribuidas de la misma manera, ni se agarran igual a la carne. Es conveniente tener esto en cuenta a la hora de elegir el pescado del día para ofrecer uno sin espinas o en el que sea fácil quitarlas.
El pescado nos aporta muchísimos beneficios, entre ellos, proteínas de alto valor biológico necesarias para el correcto funcionamiento del organismo. Por ello, no puede quedar fuera de nuestra alimentación y hay que enseñar a apreciarlos y comerlos.
Los mejores pescados sin espinas
a merluza: Es el pescado más demandado en las pescaderías. En lomos, en ruedas o en filetes, sus presentaciones son siempre bien aceptadas y sus posibilidades culinarias casi infinitas. Su carne suave y tierna o hace de los productos del mar preferidos para los niños y son perfectos para seguir una dieta blanda. Pocas espinas y fáciles de ver y quitar evitan problemas. Salsa verde, rebozada, con tomate o encebollada, todo le viene bien. La única pega es que son uno de los principales reservorios de anisakis, pero los pescaderos andan al quite y se esmeran en dejarlas bien limpias.
El bacalao. Otro de las estrellas de la mesa. Aunque durante mucho tiempo se consumía su presentación seca y desalada, de unos años a esta parte se ha generalizado el fresco, descubriendo una carne suave que se deshace y casi libre de espinas, algo que lo hace especialmente agradecido. Además de los preparados tradicionales específicos como el pil pil o la vizcaína, admite todos los modos clásico de reforzado, frito o en salsa verde, como la merluza.
El rape. En cuanto a pescado sin espinas es de los mejores, porque tiene una carne limpia y jugosa, que se puede rebozar, guisar o emplear en caldos. Su textura firme recuerda a la carne, por lo que su aceptación es muy grande. Su variedad de tamaños permiten comprarlo entero o por partes, en rodajas, lomos o cabezas.
La corvina. Con cada cada vez mayor presencia en los mercados, especialmente la de cultivo, la corvina tiene una carne tersa y blanca que apenas tiene espinas. Sólo tiene una raspa central que se quita con facilidad. Al horno con unos espárragos verdes y salsa romesco está riquísima, aunque también al a plancha con unas verduritas salteadas. El ceviche de corvina es un clásico peruano que también se puede probar.
El lenguado. El rey de los pescados planos, junto al rodaballo, es un pescado cuya carne contiene proteínas de alto valor biológico, que aportan grandes beneficios a nuestro organismo. Tiene la ventaja de que sus espinas se encuentran en los laterales y son muy fáciles de retirar. Muy rico al horno o a la meunière, una receta en la que se enharina y cocina a la plancha con una salsa de mantequilla, zumo de limón y perejil picado.
El gallo. Tiene todas las virtudes de los pescados planos más la que le añade el pescadero, le saca los filetes rápido y los convierte en los mejores amigos de los niños al ser su carne suave y fácil de digerir. El espinazo y la cabeza se llevan para preparar un caldo calentito.
La anchoa. Basta con quitar su espina central, su columna vertebral para disfrutar de este pez sin ningún problema. Se puede eliminar tanto en crudo como una vez cocinada: De hecho, uno de sus atractivos para los niños es poder comerla con las manos separado los filetes. Fritas, cocidas o rebozadas, es empezar y no parar.
El fletán. Otro pez plano también conocido como pez mantequilla, solo tiene una gran espina dorsal, que se separa sin esfuerzo de la carne sin dejar rastro. Es un pescado con un bajo contenido en grasa y con muchas vitaminas. Es el pescado estrella del sushi.