Leonor Olabarria iba para artista. Siempre había querido estar involucrada en la interpretación, la música, el mundo de la moda publicitaria… Dice que por culpa de su estatura -mide 1,60 metros- le “cerraron las puertas” en los años 80 y 90, y que no pudo convertirse “en la Kate Moss vizcaina”. Una vida libre que se le escapó durante su juventud y parece estar a años luz de su trabajo como funcionaria de Justicia en Bilbao.

Kate Moss. Reconoce que si no hubiese sido por su estatura le habría gustado ser modelo @con_buena_facha

Pero esta mujer de 62 años, que vive en el centro de la villa, encontró hace más de una década, ya en la madurez, un trampolín para fomentar su lado más artístico: un blog de moda. “Lo llevaba rumiando desde hacía mucho tiempo y pensé: ¿por qué no lo puedo hacer yo?”, explica. Lo llamó Con Buena Facha por una expresión muy socorrida en homenaje a su madre: “Iba por la calle y decía ‘qué buena facha tiene esa o qué fachón tiene ese’; o sea, qué estilazo”. 

Antes de la explosión de las redes sociales, recomendaba algunos sitios de Bilbao en sus tiempos como bloguera de moda y nutría de contenido las diferentes secciones “con mucho esfuerzo y de manera desinteresada”. Olabarria reconoce que por aquel entonces no tenía “ni idea de informática”. “En casa había un solo ordenador que se bloqueaba todo el rato, pero me tiré a la piscina. No me quería poner límites”, admite. Instagram llegó después, en octubre de 2012. Mantuvo el nombre. Se puso las pilas con las nuevas tecnologías y decidió publicar todo lo que le apasionaba, aunque al principio tuvo sus dudas. “¿A quién le va a interesar verme tomándome un café?”, se preguntaba.

No tardaron en llegar algunos comentarios relacionados con la estigmatización del envejecimiento femenino en el sector de la moda. “La gente me decía que era mayor y que no era para mí, pero si hay algo que me gusta en esta vida es compartir”, afirma convencida. Ella siguió a lo suyo. Y terminó triunfando. La cuenta de Instagram @con_buena_facha va como un tiro y tiene en la actualidad más de 42.000 seguidores, muchos de ellos millennials que comentan sus estilismos. “El salto en Instagram lo doy cuando empiezo a creer en mí. Parte de mi éxito se debe a que intento transmitir naturalidad y autenticidad. Cuando haces algo con pasión y te muestras tal como eres, se nota”, argumenta. “Lo más bonito de todo esto es que me he metido en un mundo de jóvenes desinteresadamente, solo porque me gusta compartir”. 

Redes sociales. Cuenta con una gran comunidad de seguidores que siguen y comentan sus looks @con_buena_facha

Sus dos hijos, al principio escépticos y un tanto reacios, colaboran en el proyecto personal de su madre influencer; tanto a la hora de negociar contratos con diferentes firmas publicitarias, como en sacar brillo a su imagen con fotos y vídeos de calidad. “Con los pequeños beneficios que obtenemos nos pegamos un viaje juntos”, afirma Olabarria. Ella es la prueba viviente de que es posible mantenerse en la brecha de la moda con más de 60 años a sus espaldas.

Madurez. Cuando hace unos años decidió compartir su pasión por la moda, no hizo caso a quienes le dijeron que era mayor para eso @con_buena_facha

Y ojo con dormirnos en los laureles, que los vascos cada vez “vestimos peor”, descuidando así la característica elegancia norteña. “En Bilbao había un estilo muy british, pero parece que últimamente todo vale. No podemos ir a todos los sitios de cualquier manera. Hay que poner un poco de interés y elegir la ropa adecuadamente”, advierte.

Perfil Digital 


Instagram fue todo un descubrimiento para Leonor Olabarria. “Es una red rápida e intuitiva y me deja más tiempo para mi vida personal”, advierte.


En cambio, el blog le acaparaba todas las tardes, comenta. Entre sesiones de fotos por Bilbao, algunos reels y anuncios patrocinados sobresale la imagen de una mujer elegante y actual con “looks que pueden gustar a todo el mundo. Intento ser juvenil pero sin pasarme, es importante saber lo que uno quiere transmitir”, subraya. 


Descubrió TikTok en pandemia pero reconoce que no lo utiliza demasiado. “Para mí fue como una válvula de escape en mitad de la tragedia del coronavirus. Me hacía reír y me sacaba una sonrisa”. En su Instagram tiene un enlace a la tienda online Micolet, donde vende cientos de prendas de segunda mano que ya no utiliza.