“Dispuesta a Ceder” - En esta misma página, dábamos cuenta ayer del festín que se está pegando la derecha mediática a cuenta de la ministra española de Igualdad. Si ya la tenían enfilada desde la toma de posesión, su obcecación en negar el agujero de la ley del Solo sí es sí a pesar de las cuatrocientas rebajas de pena de agresores sexuales que llevamos contabilizadas está siendo un filón para sus feroces despellejadores. En lugar de pararse a reflexionar sobre el daño que su cerrazón está haciendo, primero a las víctimas, después a ella misma, a su formación política y al gobierno del que forma parte y que la ha defendido hasta hace diez días, Irene Montero y sus conmilitones han optado por el erre que erre. O así ha sido hasta hace unas horas, a juzgar por los titulares que hablan de un primer atisbo de recogida de cable. Más concretamente, de “ceder”, que es el verbo que ella mismo empleó cuando afirmó que está dispuesta a una reforma que aumente las condenas.

La senda del consenso - Añadió, para que no sonara a capitulación, que no permitiría que se tocase el consentimiento porque, palabras literales, “ha llegado para quedarse”. La cuestión que vuelve a retratarla es que absolutamente nadie entre quienes vienen reclamando que se tape la vía de agua había apuntado ni por asomo hacia el consentimiento. Eso lo tiene claro hasta el PP. Lo que falla en la norma no reside ahí. Por tanto, no cabe aferrarse a ese clavo ardiendo. Con todo, si, por motivos puramente discursivos, necesita agitar en falso tal bandera, démoslo por bueno. Lo importante, si las declaraciones de ayer se convierten en hechos, es que por fin parece que se entra en la senda del que se está demostrando como consenso ampliamente mayoritario: es urgente cambiar la ley y hacerlo de un modo que asegure que violadores, abusadores y pederastas no encuentren un resquicio para disminuir su pena.

Aprender - Por desgracia, y en este punto habrá que esforzarse en explicarlo bien, la reforma no impedirá que siga el goteo de reducciones de condena. La norma retocada solo será de aplicación para las agresiones que se cometan a partir de su entrada en vigor. Aunque al común de los normales se nos pongan los ojos como platos y se nos lleven los demonios, eso es lo que dispone el ordenamiento jurídico vigente. Ajo y agua, pero, por lo menos, sabiendo que habrá un momento en que la sangría se detendrá. Ojalá sea así. Y ojalá también que la experiencia sirva para aprender que no es una buena idea convertir en ley por las bravas los lemas resultones de las pancartas.