Hay una frase en el rugby tan histórica como anónima que dice que cuando Sudáfrica y Nueva Zelanda se enfrentan “la tierra tiembla, las madres esconden a sus hijos y los hombres sienten miedo. Porque los All Blacks y los Springboks marchan hacia el infierno”. Y es que los choques entre ambas selecciones son reconocidos como el mejor partido del mundo; puesto que no solo enfrentan a las dos escuadras con más títulos mundiales del planeta –ambas con tres–, sino porque también inspiran leyendas, conflictos políticos e incluso películas. Esta noche (21.00 horas), además, será el partido que cierre el Mundial de Francia 2023. La gran final. En ella se medirán los dos combinados que han logrado los últimos cuatro títulos mundiales y lo harán por el premio de convertirse en la selección más laureada de la historia. Gane quien gane, acumulará cuatro cetros, cifra jamás alcanzada por ningún otro equipo antes. Nadie ha logrado hasta ahora ser tetracampeón. Porque en su palmarés, Sudáfrica tiene los Mundiales de 1995, 2007 y 2019; mientras que Nueva Zelanda, los de 1987, 2011 y 2015.

La última vez que los All Blacks y los Springboks se vieron las caras en el último partido del mundial fue hace 28 años, en el duelo más popular que ambos han protagonizado, llevado al cine por el largometraje Invictus, con Morgan Freeman y Matt Damon. En él se recrea la conocida como la final de Mandela, celebrada tres años después de la abolición de la política de segregación racial en el país. El adiós a una despiadada organización territorial aplicada de forma sistemática durante casi 50 años, por la cual Sudáfrica no solo tenía en sus filas a únicamente jugadores blancos, sino que tampoco aceptaba medirse a rivales que se saltaran esta norma. Esto llevó al planeta a apartar a los Springboks de las grandes competiciones deportivas, hasta que llegó el Mundial de 1995, el del retorno de sudafricano al mundo del oval, ya sin su segregacionismo. Así, gracias a Mandela, el rugby dejó de ser motivo de separación para convertirse en el nexo de unión entre diferentes razas. En la final de esa apasionante edición, Nueva Zelanda y Sudáfrica se vieron las caras en un partido bronco, que los últimos ganaron en la segunda parte de la prórroga por un 15-12 sin ensayos. Cabe destacar que Joel Stransky anotó todos los puntos sudafricanos y Andy Mertens todos los neozelandeses.

Sin embargo, la final del Mundial de 2023, esa que tendrá lugar esta noche, aparece ligeramente inclinada hacia los All Blacks. Nueva Zelanda solo ha perdido un partido en este torneo, en la primera fase ante Francia (27-13) y luego noqueó sin contemplaciones a Namibia (71-3), Italia (96-17) y Uruguay (73-0). Así, su gran duelo en esta edición fue los cuartos de final ante Irlanda, en los que tuvo que aplicarse para resolverlo 28-24 en los últimos segundos. Y es que en las semifinales ante Argentina, Los Pumas no fueron rival para unos All Blacks que ganaron 6-44, logrando la segunda mayor paliza en la historia de las semifinales del torneo, solo superada por el enfrentamiento entre precisamente Nueva Zelanda y Gales (49-6) en 1987.

Pero si la semifinal entre Nueva Zelanda y Argentina es una de las más desiguales que se recuerdan, la de Sudáfrica e Inglaterra pasará a la historia como una de las más ajustadas. De hecho, un golpe de castigo desde 49 metros embocado por Handré Pollard en el minuto 78, a dos del final, fue el que desequilibró el encuentro a favor de los Springboks (15-16). Pero es que su camino en este Mundial ha sido tortuoso, cayendo ante Irlanda (8-13) y ganando a Escocia (18-3), para plantarse en cuartos tras apabullar a Rumanía (76-9) y Tonga (49-18). Allí le esperaba la anfitriona Francia, cuarta en el ránking mundial, a la que ganó por la mínima (28-29), tal y como lo hizo ante Inglaterra, quinta en la clasificación, en semifinales. Pero todo eso son números que ya nada valen, ahora solo cuentan 80 minutos que bien podrían inspirar una nueva película, algo como Invictus 2.