María Egea, Camino Landarech y Esteban Zulet son una familia muy unida a su pueblo, Ayesa, de apenas 30 habitantes. Ellos lo consideran una forma de vida y han decidido apostar fuerte por ella. Hace casi un año pusieron en marcha un negocio artesanal de joyería que sigue una filosofía propia del medio rural, desde el tipo de materiales que emplean, hasta el ritmo de trabajo y la dedicación, ya que todas las piezas están hechas de principio a fin a mano.

Todo comenzó cuando Zulet, natural de Girona, dejó la ciudad para mudarse a Ayesa. Él, además de profesor de flauta profesional, es aficionado a trabajar con madera y en el pueblo continuó haciéndolo hasta que poco a poco la familia también se enganchó.

El nombre del proyecto, LEEZ, es el resultado de la combinación de las tres familias que lo forman: Landarech, Egea y Zulet. Realizan colgantes, pulseras y pendientes. Todas las joyas que crea LEEZ son piezas únicas, por lo que continuamente están renovando su colección: “Nunca repetimos diseño y, aunque lo intentáramos, todas las piezas saldrían diferentes, es lo que tiene trabajar con materiales como la madera”, afirman.

Para los colgantes utilizan maderas duras como el olivo o el boj, propios de su entorno, pero a Zulet también le gusta experimentar con palo rojo, palisandro o palmera de coco dado a sus particularidades. Para estos casos, normalmente, maneja la fresadora, pero de vez en cuando utiliza el torno para hacer copas o alguna otra pieza que se le ocurra.

La madera no es el único material que trabajan, Egea y Landarech utilizan arcilla polimérica para dar forma a los pendientes, utilizando distintos patrones y colores. Los hay de distintos tipos, algunos con abalorios y aros y nunca han repetido ninguno.

Han sido unos meses de mucho aprendizaje y trabajo, al tener que compaginarlo con su vida laboral dedican parte de sus horas libres a diseñar las piezas.

La familia tenía claro desde el principio que el negocio nacería y se desarrollaría en Ayesa, en el medio rural. Prueba de ello es su taller, ubicado en el pueblo y por el que todos los vecinos y vecinas se asoman cada vez que ven luz, incluso cuentan con una máquina de café para las visitas.

Este espacio lo consiguieron gracias a unas líneas de subvenciones del Gobierno de Navarra: “Se trata de un fondo europeo agrícola de desarrollo rural y van dirigidas a agricultores que quieren diversificar en una actividad que no sea agraria”, explica Landarech.

NUEVAS TECNOLOGÍAS

Vivir en un pueblo pequeño no significa estar desconectado de las nuevas tecnologías. LEEZ cuenta con página web y perfil en Instagram, dos portales para darse a conocer y vender sus creaciones. Egea se encarga de llevarlo al día y muestra las últimas novedades. Además, han participado en varias ferias de artesanía, lugares donde entablan una relación especial con la clientela: “Es muy satisfactorio que se acerquen y te feliciten por tu trabajo, a la gente le llega porque tú lo fabricas y tú lo vendes”, aseguran.

Uno de los momentos más especiales que han vivido hasta ahora fue el día del desfile de Asier Ferrer en Gallipienzo Antiguo. El joven de 19 años organizó un desfile de moda en el que expuso varios diseños propios y para completar los modelos quiso usar los pendientes de LEEZ: “Apoyar este tipo de proyectos te reconforta mucho y fue todo un detalle por parte de Asier confiar en nosotros, fue fantástico”, explican.

Una afición convertida en proyecto familiar. Egea, Landarech y Zulet seguirán compaginándolo con sus trabajos y ya cuentan con nuevas ideas cara al futuro: “Queremos encontrar un método práctico para hacer anillos de madera, ya que acertar con la talla es complicado”, comenta Zulet.

Además de los anillos, también tienen un proyecto en marcha de palitos para limpiar flautas. Zulet combina sus dos grandes aficiones, música y madera, y crea esta herramienta con diseños tallados a mano, tal y como le hizo su padre cuando era pequeño.