El bar Jumai, en Burlada, abrió sus puertas en la década de 1970. Ubicado en la calle Valle de Egüés, este “bar de pueblo”, como lo describen sus dueños actuales, fue originalmente propiedad de un matrimonio que nombró el local en honor de sus tres hijos: Juan Miguel, María Idoia e Iñigo.

Pero cuando los burladeses Manolo López, de 60 años, y Teo Carrasco, de 54, se hicieron con el bar en 1989, decidieron no solo respetar su nombre, sino también mantener un ambiente familiar con sus clientes, como reconoce López. “Es un bar con mucha suerte y unos clientes maravillosos, porque no sabes dónde termina la clientela y empieza la amistad”.

En la actualidad, Carrasco y López califican al Jumai como un bar enfocado en la comida, siempre de calidad, con su oferta variada de siete fritos y cerca de 30 pinchos distintos. Antes de la pandemia también ofrecían bocadillos, raciones y sandwiches, pero decidieron reemplazarlos por completo por fritos y pinchos, según López, “más divertido, rápido y ágil”.

Los éxitos

Entre la oferta destacan el pincho de txuletón, pero también el de pollo con salsa de jengibre y limón y el de tocino de vaca angus con salsa de hongos, “que parece que empieza a funcionar y veremos qué recorrido tiene”, apunta López. En cuanto a fritos, sobresale su nueva croqueta de hongos y trufa, además de su frito de pimiento picante, el Tenampa, que estaba pensado para existir solo durante un fin de semana, como recuerda López. “No nos imaginábamos que podía haber esa demanda de este producto picante”.

Para contar la historia del Tenampa, Carrasco se remonta al 17 de junio de 2021, fecha en la que se programó un fin de semana de pinchos musicales para dar impulso a los bares y a los grupos musicales de Burlada. La iniciativa consistía en que cada local tenía el reto de crear un pincho y bautizarlo con el nombre del grupo musical que se le asignó por sorteo. “Como nos tocaron Los Tenampas pensé en multiplicar el picante por mil en el frito de pimiento, para darle un toque mexicano”, afirma Carrasco. Y para conseguir este resultado que tanto éxito ha tenido, López añade que el secreto está en la cayena. “El cliente es el que manda”, asegura, y fue el que decidió que el Tenampa, una vez pasado ese fin de semana musical, se convirtiera en un clásico sobre la barra del Jumai.

Manolo López y Teo Carrasco, propietarios del Jumai. Iban Aguinaga

Prueba y error

Aunque algunos pinchos hayan triunfado sobre el resto, López recuerda que para que esto ocurra muchas otras opciones tienen que fracasar. “Si de diez o quince pinchos nuevos que pruebas consigues que uno funcione, para mí es un éxito”. En este sentido, asegura que el hecho de que algunos no funcionen “no es porque no sean buenos, sino porque quizás no es el momento adecuado”. Y añade que “igual dentro de unos años o hace un tiempo funcionarían, pero ahora por lo que sea no va”.

“Si de diez o quince pinchos nuevos que pruebas consigues que uno funcione, para mí es un éxito”

Manolo López - Dueño del bar Jumai

Para sacar adelante la oferta de estos pinchos ante los clientes en el Jumai cuentan con dos cocineros y cinco camareros. “Hacemos lo que podemos”, reconoce López entre risas mientras agradece la “mucha paciencia” de sus clientes. De esta forma, detrás de la barra se encuentran Carrasco junto a Eduardo y Javier, además de la ayuda en los fines de semana de Cafú y Ander, este último hijo de López de 23 años que compagina el trabajo con estudios universitarios.

Sin embargo, su padre espera que Ander no se convierta en la segunda generación a cargo del Jumai, “porque esto es muy duro”. Remarca que es un trabajo “muy sacrificado” que les exige ser “expertos” en marketing y descubrir qué es lo que le gusta a la gente. Además, “hay que trabajarlo mucho, los gastos han subido también y cuesta repercutir todo ese encarecimiento en los precios, entonces intentamos ajustarlos lo máximo posible”.

Carrasco y López afirman que todos estos cambios en la hostelería han venido acompañados de una evolución en la sociedad y sus hábitos de consumo, donde notan una menor tendencia a beber alcohol y salir por la noche en favor de un ocio diurno de comer pinchos. “No es mejor o peor, es diferente”, añade López. Pero algo que mantienen en el Jumai a pesar de los años es su búsqueda de la calidad, como reconoce Carrasco, “aunque tengas que pagar un poquito más”. Y con su socio coincide López al afirmar que intentan “dar todo lo mejor en los productos” que se ofertan y que cada semana los vecinos y vecinas de Burlada eligen como primera opción para disfrutar de sus pinchos y fritos.