Desde el comienzo cuando a las 08.00 de la mañana sonó el primer cohete y el segundo tardó varios segundos en estallar (el que anuncia que todos los astados han salido del corral), se sabía que uno de los novillos de Pietro de la Cal se había adelantado a la manada. Desde ese momento todos los ojos se dirigieron hacia uno de los dos novillos que se llamaban Vergueño, el único negro mulato de todos los que habían dormido en el corral de la calle Frauca.

Vergueño el negro mulato (el otro Vergueño era castaño y corrió siempre unido a los otros cuatro jaboneros que no se distinguían de los mansos), comenzó pronto a dar quebraderos de cabeza a los pocos corredores (ayer era día de fiesta) que se citaron en Tudela. El joven astado lanzaba derrotes y se despistaba con facilidad al recorrer la calle Camino Caritat, aunque bien es cierto que no causó problemas reales en ningún momento.

Sin embargo, la amplia distancia que sacó a sus hermano de manada hizo que todos los objetivos de las cámaras se fijaran en él, máxime cuando el resto de la manada se difuminó entre los mansos al compartir color.

Al tomar la curva para subir la calle Almajares, el novillo se empotró contra el vallado lo que le hizo perder buena parte de la ventaja adquirida pero aún así comandó el pelotón el resto del camino. La distancia permitió a muchos corredores realizar carreras limpias y cercanas aunque en la curva con la avenida de Zaragoza se produjeron algunas caídas sin consecuencias.

A lo largo de la avenida de Zaragoza, uno de sus hermanos jaboneros alcanzó a Veragueño ya cerca del callejón y juntos realizaron la entrada a la plaza de toros permitiendo a muchos de los habituales en Tudela estar cerca de las astas.

Buenas carreras, al terminar la avenida de Zaragoza.

Cuando desde la plaza se lanzaron los dos cohetes de rigor el cronómetro se detuvo en 2 minutos y 40 segundos. Un encierro rápido, limpio y dando juego a quienes se acercaron hasta Tudela a disfrutar de un encierro que, si bien cada año pierde un poco en categoría de encierros, mantiene el número de apasionados que se acercan a la capital ribera.

Vergueño fue así el protagonista de un encierro sin demasiada emoción y que servía para celebrar los 90 años de la historia de los encierros de Tudela.

ATENCIONES

En el balance que realizaron las asistencias de Protección Civil y Cruz Roja no hubo que lamentar ningún herido de gravedad. Solo hubo tres atenciones y por cuestiones tan leves que dan idea de la limpieza del encierro de los de Pietro de la Cal.

En Camino Caritat, la manada estaba ya muy separada en dos.

Cruz Roja solo atendió a dos varones de 27 y 16 años de edad (de Artajona y Peralta) que presentaban una erosión el primero y el segundo que se había clavado una astilla del vallado mientras presenciaba el recorrido.

Protección Civil, por su parte realizó curas a un varón de 44 años de Lesaka que fue arrollado por la manada pero que no necesitó de traslado al Hospital Reina Sofía. Se le atendió cerca del hotel Bardenas donde había caído.