Me gustó el titular de ayer de DIARIO DE NOTICIAS que calificaba el despropósito a la Pasarela del Labrit con el término chandrío. Es una palabra muy pamplonesa que refleja mejor aún que chapuza el inmenso despilfarro en una obra por simple cabezonería política del alcalde Maya. Las obras de la pasarela han derivado en una chapuza interminable y la chapuza ha convertido todo en un creciente chandrío. No sólo se multiplican los sobrecostes de arreglo y reparación de ese proyecto, sino que sus constantes retrasos en los plazos de ejecución han acabado afectando también a otros trabajos como el carril-bici de Labrit. Por supuesto, el concejal responsable Fermín Alonso aseguró con la contundencia habitual en este tipo de declaraciones de los políticos al mando que las obras de la Pasarela no interferirían en los trabajos del nuevo carril-bici desde la Txantrea y que todo estaba previsto y planificado para que eso no ocurriera. Por supuesto, ha sucedido lo contrario: el andamiaje levantado para poder intentar arreglar una Pasarela que presenta deficiencias y problemas estructurales desde sus orígenes impiden ahora culminar la vía ciclista, que debe alargar su plazo de conclusión hasta el 31 de diciembre. El concejal Echeverría afirmó la pasada Legislatura que si de él dependiera la Pasarela de Labrit estaría abierta en un día. Maya fue un poco más precavido en sus previsiones y se comprometió a su reapertura en seis meses. Han transcurrido ya tres años y medio y las obras siguen ahí. Se desprestigian ellos mismos cuando protagonizan este chandrío en el centro de Iruña, una obra interminable sólo por el empecinamiento en no enmendar su error inicial y asumir las responsabilidades del mismo, mientras se pasean ufanos como si nada de todo esto tuviera que ver con ellos. Tampoco ahora escuchan. Sólo gritan para ocultar sus chandríos. La Pasarela de Labrit es la nada más absoluta, otro de los iconos del despilfarro inútil de UPN (ahora también de Navarra Suma), de la que los pamploneses solo hemos hecho pagar una y otra vez. Otra obra despilfarradora, eterna y cara. Cara por el valor estético y simbólico que tiene ese paso sobre la Cuesta de Labrit para la ciudad y sus habitantes. Y cara porque se han enterrado ya más de un millón de euros para nada en sus intentos de reparación, a los que hay sumar los 680.000 euros de su construcción. Quedará eso sí para los tiempos de la campaña electoral que se avecina la tradicional foto-política del alcalde y su séquito de concejales reinaugurando ese pozo sin fondo de dinero público con la sonrisa de propaganda. Al menos las mascarillas abandonadas en un par de naves a la espera de una salida útil tenían como razón original una demanda urgente de las empresas navarras de asegurarse el suministro de ese tipo de material sanitario en un momento de urgencias y caos en los inicios de la pandemia del coronavirus.