Después de escuchar varios minutos con atención a Ramón Tamames, pierdo el hilo del contenido de su discurso (del que no comparto nada) y clavo los ojos en el personaje. Esa imagen del hombre ya casi nonagenario, leyendo los folios a veces con dificultad, con las gafas arriba y abajo como un soldador que funde palabras, señalando con la mirada a su padrino ultraderechista, rescatando sus libros, fatigado por lo extenso de la sesión; esa foto que pasará a la historia quizá inspire una versión de Anatomía de un instante, la obra de Javier Cercas en la que destripa el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 a partir de un retrato tomado tras la entrada del teniente coronel Antonio Tejero en el Congreso. No quiero insinuar que la moción de censura impulsada por Vox sea una tentativa de golpe a pequeña escala condenado de antemano al fracaso, pero un vistazo profundo a quién está y un análisis de quién no está (caso de Núñez Feijóo) permiten hacer una radiografía del momento político.

Pero, ya digo, entre la avalancha de datos observo a Tamames y bajando a la tierra pienso en lo que, al margen de otras valoraciones, supone que una persona de 89 años sostenga con entereza de ánimo y con solidez intelectual un debate con tanto transfondo. Y en ese instante echo en falta que en su intervención ha hablado del cuidado de los bosques pero no recuerdo ninguna mención al cuidado de los ancianos. Y ya es algo que al candidato le afecta por la edad. Tamames hizo referencia a la baja natalidad pero obvió dos datos fundamentales: crece el número de personas mayores de 65 años y aumenta la esperanza de vida. Remito aquí a un dato objetivo: en las esquelas de los periódicos abundan las de hombres y mujeres que superan de largo los noventa. Muchos tienen la vitalidad de Tamames, pero otros requieren de cuidados y atenciones a las que las familias no pueden dar respuesta. Y están también los que ejercen de abuelos salvavidas. Y esto merecía un capítulo en el discurso y una pregunta a Pedro Sánchez.

Lejos de caer en el edadismo (discriminación por razón de edad, especialmente de las personas mayores, según la RAE), a Tamames hay que juzgarle por brindarse a hacer este papelón y reconocer, por otro lado, que su intervención, su protagonismo por unas horas en un escenario de tanto calado, sirve para visibilizar las capacidades de esos a los que llamamos ancianos. Aunque nos sigamos preguntando qué hacía él ahí.