Ignoro si finalmente las fuerzas que quieren arrebatar la alcaldía a UPN -que contaría con la ayuda del PPN- se pondrán finalmente o no de acuerdo en alguna fórmula de la clase que sea para que esa suma de casi el 56% de los votos que suponen Bildu, PSN, Geroa y Contigo sea la que ostente durante 4 años el mando en la ciudad. Tras 4 años de vara de mando de un Maya que volvió a los orígenes y peor, con decisiones aún más carcundias que antaño, la perspectiva de tener a Cristina Ibarrola en los designios municipales debería ser más que suficiente para que los miedos de unos y otros desaparecieran o al menos se difuminaran. Pero la trampa se la colocó a sí mismo el PSN antes del 28 de mayo, cuando afirmó tan tajantemente que no colaboraría en una alcaldía ni de Asirón ni de Ibarrola.

Hombre, igual en uno de Asirón finalmente no colabora, pero igual sí es parte vital para que haya uno de Ibarrola, de la misma manera que en 2019 el PSN –no centremos el tema en Esporrín, como ahora no hay que centrarlo en Elma Saiz: fue el PSN– fue el que permitió que Maya se hiciera con el poder. Cuando dan los números, cuando dan las cifras, cuando Bildu es un partido con el que pactas y negocias en Madrid, cuando gracias a Bildu has gobernado Navarra cuatro años, cuando gracias a Bildu igual gobiernas quién sabe Navarra otros 4, resulta cuando menos hipócrita e infantil andar diciéndolo a la gente que con Bildu ni a heredar o que de tu acción no vas a beneficiar a Bildu. A ver: eso es querer ganar todas las partidas y que el prójimo te sirva única y exclusivamente en la medida en que te favorece. No sé el revuelo mediático y el impacto electoral que tiene apoyar a Bildu en Pamplona, a estas alturas de la película, cuando las caretas se quitaron hace mucho y hay apoyos claros en tantos lugares. Seguir empecinados en una mala mascarada solo traerá otros 4 años de lo mismo o peor.