Se suelen dar 100 días de gracia a los mandatarios que llegan a sus cargos, aunque en esos 100 días según con quién te encuentres te monte unos destrozos importantes. Al parecer, la nueva alcaldesa de Pamplona tiene prisa por abordar ciertas cuestiones y ya está teniendo reuniones para tratarlas. Ante esas ganas de hacer cosas uno solo puede manifestar su aprobación, puesto que muchas veces lo que vemos desde fuera es mucha parálisis y 5 o 6 cuestiones menores y ya. Una de esas cuestiones es la problemática de Erripagaña, una ubicación peculiar puesto que sus habitantes pertenecen a 4 municipios distintos: Pamplona, Burlada, Huarte y Egüés. Al parecer, Cristina Ibarrola habría manifestado el interés de Pamplona porque todo el barrio pase a formar parte de la capital, idea que todavía no ha tenido respuesta por parte de los otros tres ediles. No obstante, los contactos están aún en fase inicial y queda bastante para que algo definitivo vea la luz. A mí, llegados a este punto, tras 12 años desde que los primeros vecinos llegaran al barrio, sin centro de salud, sin escuela infantil, sin biblioteca, sin apenas dotación ninguna más allá de una bajera donde efectuar algún acto, se me ocurre que no estaría de más plantear al menos una consulta a los vecinos para que estos elijan a qué municipio quieren pertenecer. Y que sirvan los resultados al menos para ver por dónde van los tiros con la sensibilidad ciudadana, bastante harta de no ver avances en su entorno. Ni siquiera apunto a esa consulta como algo vinculante, pero sí como una herramienta de conocimiento, porque a saber si no hay mucho vecino –que no tengo ni idea– que por las razones que sean no quiere formar parte de un municipio u otro, en la medida en que cuando compró su casa ya sabía a qué municipio llegaba. Por no ser los últimos monos que nunca cuentan para nada más que para pagar la contribución.