Cuando la Justicia española entra en acción, el sentido común se pone a temblar. Que el TAD no vea abuso de autoridad en un jefe que salta sobre una empleada y le da un beso forzoso; y luego le presiona para que salga en un vídeo quitándole importancia al beso; y luego difunde declaraciones inventadas de dicha empleada... Es un auténtico disparate, por mucho que lo vistan con la palabrería jurídica habitual en estos casos.

Vamos a pensar que no es por machismo de esos jueces sino porque no les da para más. Y vamos a pensar, sobre todo, que solo se ha perdido una batalla menor, porque se puede recurrir esa resolución por la vía contencioso-administrativa; porque la RFEF tiene mecanismos para que Rubiales no vuelva (su Asamblea es soberana); porque queda la vía penal; y porque aún no ha dicho su última palabra la FIFA, que lo puede sancionar a perpetuidad. Y el TAD, que se lo haga mirar.