Quienes nacimos con el eco de las balas del Yom Kipur sabemos que la guerra va a ser sangrienta, que la historia se repite y que Israel, al igual que entonces, seguirá manteniendo su lugar hegemónico en Oriente Medio. Aquel 6 de octubre de 1973 con un país paralizado Israel sufría un ataque que acaba con su imagen de potencia invencible. Era la cuarta guerra entre Israel y sus vecinos árabes.

Llegarían más desde que en 1967 la Franja fue conquistada por Israel, al igual que Cisjordania, Jerusalén Este, el Sinaí y los Altos del Golán. Y todos salvo el Sinaí -que fue devuelta a Egipto- siguen ocupados. El mayor ataque sorpresa en décadas con una incursión por tierra, mar y aire del brazo armado de Hamas coincidió esta vez con la celebración del Socut, otro día sagrado para el pueblo hebreo. Hamas lleva décadas enfrentado a Israel desde que en 2007 se hizo con el control de Gaza tras ganar las elecciones. El bloqueo económico impuesto desde entonces por Israel y Egipto, ha supuesto, según organizaciones humanitarias como Human Rights Watch, una “prisión al aire libre” para 2,3 millones de personas que viven hacinadas.

En una economía al borde del colapso, con un 65% de población por debajo del umbral de la pobreza las alternativas se han ido cerrando para una población joven expuesta a la violencia (la mitad tienen menos de 19 años). Hamas ha construido en estos años una red de túneles que ha utilizado para introducir alimentos de contrabando en la franja pero también armamento. El resto ya lo conocen: un ataque bestial con misiles, asesinatos, secuestros... Las represalias contra Hamas y toda la población de Gaza apenas han comenzado. Ya llevan más de 1.200 muertos entre ambos bandos y la retórica de la guerra nos advierte de lo que viene. Bruselas rectificó ayer el anuncio de uno de sus comisarios que decidió de forma unilateral la suspensión de la ayuda humanitaria a Palestina tras el ataque terrorista. No se puede castigar a todo un pueblo por la barbarie de sus organizaciones terroristas. 50 años, no olvidemos, sin paz ni territorio para Palestina y con una comunidad internacional mirando hacia otro lado.