El anterior equipo de gobierno de Pamplona colocó una serie de adoquines rojos en el recorrido del encierro con los nombres de todas las personas fallecidas en el mismo de las que se tiene noticia. La iniciativa está siendo fuertemente criticada por diversos grupos de corredores, que aseguran que no se ha tratado la misma en los ámbitos que le corresponden –Mesa del Encierro, por ejemplo– o ni siquiera consultado con las familias de los fallecidos. Consideraciones de los corredores al margen, desde fuera lo que yo veo es la clásica querencia por querer espectacularizarlo absolutamente todo y ofrecer un ítem más en el parque temático en el que año tras año se va convirtiendo la zona vieja de la ciudad y el recorrido del encierro, para que los turistas tengan una cosita más que ver, leer y fotografiar.

Como bien señalan los corredores, el encierro es un hecho anónimo, que no requiere inscripción e iniciativas así rompen con esa regla no escrita, de la misma manera que se rompe con esto cuando se cita con nombre y apellidos a corredores en los pies de foto de los periódicos cuando han sido corredores que no han resultado cogidos: ahí está mengano, en mitad de una preciosa carrera en la parte final de Estafeta.

Una dinámica dañina y grotesca en la que también colaboraba –hace años que no veo el encierro– la televisión pública invitando a mozos que luego no paraban de señalar y nombrar a sus colegas de zona o de otras zonas en las repeticiones de la carrera. No sé, dicen estos corredores que ya hay un poste que recuerda a todos los fallecidos en el encierro, sin nombrar a nadie, y que con eso es más que suficiente y así me lo parece a mi también, puesto que individualizarlo es hacerle perder ese carácter grupal y anónimo que tiene, incluyendo el trágico hecho de la muerte. Está en los libros de historia. No veo necesidad de que esté en el recorrido.