Cerca ya de cumplirse dos años de la invasión rusa, la guerra en Ucrania se encuentra en una situación preocupante de estancamiento y agotamiento y, en consecuencia, de mayor riesgo de escalada y extensión del conflicto hacia Europa. La contraofensiva ucraniana no ha dado los resultados esperados y la superioridad económica, militar y de efectivos rusa está haciendo estragos en las tropas de Kiev y en la población del país, que sufre además los efectos de la grave crisis económica.

Por si fuera poco, Ucrania asiste a una fuerte tensión tras numerosos casos de corrupción con los suministros de guerra que han llevado al presidente a despedir a varios funcionarios y miembros del Gobierno y, sobre todo, por las supuestas intenciones de Volodímir Zelenski de destituir al jefe del Ejército, Valeri Zaluzhni, considerado por muchos como un héroe y que cuenta con un gran respeto entre los suyos. En este enrevesado escenario, y aún con el crudo invierno ucraniano añadiendo dureza a la grave situación humanitaria, no se aprecian indicios de un posible fin de la guerra. En los últimos días, y tras múltiples altibajos, la Unión Europea ha dado un paso crucial en su apoyo a Ucrania al aprobar un importante paquete de ayuda económica a Kiev por valor de 50.000 millones de euros –17.000 en subvenciones y otros 33.000 en créditos– tras desbloquear el veto que estaba imponiendo el ultranacionalista líder húngaro Viktor Orbán.

Se trata de una nueva e inequívoca muestra de solidaridad con Ucrania y su causa frente a la Rusia de Putin y que tiene el objetivo de paliar, en parte, el bloqueo que está sufriendo la ayuda por parte de EEUU, donde el presidente Joe Biden, inmerso en la batalla electoral, no logra imponer su criterio de apoyo incondicional al país agredido. Putin, por su parte, mantiene su discurso más duro –incluidas sus constantes amenazas de una eventual tercera guerra mundial–, pendiente también del simulacro de “elecciones” que tendrán lugar el 17 de marzo en Rusia. Por su parte, el despliegue de 90.000 efectivos de la OTAN en las mayores maniobras militares en Europa desde la Guerra Fría y la guerra, con cada vez más focos extendidos, en Oriente Próximo está añadiendo una mayor tensión que imposibilita la ya de por sí difícil distensión y la búsqueda de soluciones negociadas.