Por aquí vivimos bien, otra cosa es si sabemos llevar un buen vivir. Navarra es, un año más, la comunidad autónoma con mayor calidad de vida, según el Indicador Multidimensional de Calidad de Vida. La Comunidad Foral lidera el ranking en experiencia general de vida, entorno y medio ambiente y ocio y relaciones sociales. Destaca también en el segundo puesto en cuanto a calidad en Educación y Salud y en el tercero en condiciones materiales. Debe mejorar en otras áreas, pero en general hay una idea, que parece bastante asentada en el imaginario colectivo de la ciudadanía navarra, sobre todo cuando estableces comparaciones con otros lugares y es que en Navarra se vive bien. Pero aunque eso es muy vendible en términos políticos, no es del todo real.

En Navarra si que hay mucha gente que vive bien y sobre todo que tiene certeza de que seguirá viviendo así, pero también hay muchas personas que pese a todo el colchón de ayudas y respaldo social no lo está pasando bien y además su futuro está rodeado de grandes incertidumbres. Por tanto es importante que la Administración, tanto autonómica como local, siga apostando por la cohesión social en este sentido. Y hay otro reto pendiente, que no suele citarse en primer lugar en este tipo de estudios y que creo que es cada vez más transversal y determinante: garantizar el derecho a la vivienda.

La vivienda, aquí y en muchos lugares, lejos de ser un bien público se está convirtiendo en un lujo, en un objeto de mercadeo que condiciona la vida de muchas familias y personas que tienen que dedicar gran parte de su renta a un alquiler o a una hipoteca o ven truncadas sus expectativas y proyectos de vida por esos precios astronómicos de la vivienda. Y vivienda es salud, es natalidad, es economía, es educación... Si una familia dedica gran parte de su renta a pagar un alquiler, posiblemente la calidad de su cesta de la compra se resentirá y tendrá peor alimentación y a la larga peor salud. Si una persona joven no puede emanciparse la natalidad bajará y la sociedad se convertirá en insostenible. Si un niño o niña vive en una habitación compartida difícilmente podrá rendir en su colegio como otros que cuentan con un espacio adecuado, con ordenador y wifi para estudiar y eso se notará en el PISA.

Por tanto, la política pública de vivienda deber ser uno de los retos claves y transversales en cualquier gobierno progresista. No es fácil pero es imprescindible. Y en medio de esta sensación de bienestar sería interesante sentir otros vientos que vienen soplando desde el sur, desde Latinoamérica y que nos traen el concepto del “buen vivir” más interesante y profundo que el superficial y líquido de “vivir bien”. Una idea que tiene que ver con la urgente reflexión y revisión en torno a buscar una cosmovisión que permita al ser humano convivir, desde su diversidad, en armonía con la naturaleza y sobre todo con el medio ambiente. Si queremos que siga habiendo mundo para vivir bien hay que darle una vuelta a este concepto del buen vivir. En lo personal y en lo colectivo. No cabe duda. Y Navarra no es una isla.