Soy médica de Atención Primaria, y lo soy por vocación. Especialista en medicina de familia y comunitaria. Hice la residencia en mi tierra y aquí me quedé porque es donde quiero trabajar.

Soy tutora de residentes y profesora asociada de ambas universidades, algo que me aporta muchas cosas positivas. Pero es difícil seguir transmitiendo la ilusión por esta profesión en estas circunstancias.

Esta especialidad es aquella en la que os enseñamos a vivir en salud, es aquella en la que hacemos prevención para que no tengáis enfermedades, es aquella en la que os cuidamos en los procesos crónicos, es aquella en la que incluso os acompañamos al final de la vida, es aquella en la que estamos en los pequeños problemas de cada día, es muchas cosas. Pero ahora, ahora es una carrera diaria para poder atender la demanda.

Seguir transmitiendo esta ilusión a quien tienes al lado, sea residente o estudiante, quien ve que asumes más de lo que debes, que corres para poder llegar a todo, que no llegas a recoger a tus hijos, que haces mucha burocracia, que te ves forzado a reducirte la jornada (lo mínimo, porque no te sustituyen) por tu salud mental y por el bienestar de tu familia, pese a que te encanta lo que haces. Cada vez menos residentes se quedan en Atención Primaria, no nos extraña.

Estos días una compañera y amiga me decía: “Me encanta mi profesión, pero odio mi trabajo” porque ya no es lo que debía ser.

En esta huelga se nos ha tachado de muchas cosas: peseteros, elitistas, egoístas… ¿así nos veis? Antes de la pandemia ya estábamos mal y hubo una huelga entonces, explicando la situación de la Primaria. En la pandemia hicimos un sobreesfuerzo porque había que hacerlo y lo volveríamos a hacer, porque esta es nuestra profesión. Después de la pandemia mantuvimos ese esfuerzo por cubrir las cada vez más frecuentes ausencias, pero ya no son vacaciones sin cubrir, son jubilaciones, son vacantes, son bajas, son permisos maternales, son excedencias… en todos los centros falta algún compañero que no se cubre y los demás intentamos atender a esa población en la medida de nuestras posibilidades.

Bajo mi punto de vista no hemos conseguido transmitir a la población lo que está pasando y solo se habla en términos monetarios, así que voy a dejar de hacer huelga, voy a volver a trabajar, eso sí, de otra manera. Creo que le debemos un respeto a nuestra profesión y debemos dedicarle a cada cosa su tiempo. Hemos intentado protegeros, proteger a la población, haciendo más de lo que tenemos estipulado, pero esto ha hecho que no seáis conscientes de la situación en la que estamos, en la que está la sanidad pública, nuestra sanidad, la de todos. No voy a volver a hacer más de mi trabajo porque así no lo estamos haciendo bien. Todos debemos ser conscientes de lo que está pasando y visto lo visto estos días, no hemos conseguido que vosotros lo veáis. Estamos haciendo una labor paternalista que tal vez no deberíamos haber hecho. Voy a volver a trabajar pero voy a volver a trabajar cumpliendo la agenda que me estipula el Gobierno de Navarra, atendiendo todas las urgencia vitales ajenas a las agendas, por supuesto, pero no voy a hacer más sobreesfuerzos. Los sobreesfuerzos son limitados en el tiempo y los sobreesfuerzos están haciendo que no seáis conscientes de la situación que tenéis delante.

No os extrañéis si pedís cita para vuestro médico y la cita se demora incluso más de 15 días o si el resultado de una analítica de crónicos que hasta ahora se daba en una semana o 10 días, empieza a demorarse 15 días o 20, porque muchas veces forzamos esas citas para informarnos porque no nos parecía bien que tuviérais que esperar tanto tiempo. Voy a respetar los actos de mi agenda tal y como me pide el Gobierno de Navarra y lo voy a hacer lo mejor que sé. Voy a dedicarles tiempo de formación a mis residentes. Voy a trabajar de corazón.

La población debe hacerse consciente de la situación. La Atención Primaria necesita ayuda. La sanidad es de todos. Defendámosla.

La autora es médico de familia y comunitaria