Fue una escena digna de una película de los hermanos Marx, sólo que ocurrió en la Plaza de los Fueros de Ablitas. Era un sábado, 10 de septiembre, del año 1955.

Todo empezó cuando el novillero Juanito Ruiz -nada que ver con nuestro amigo y vecino del mismo nombre-, que debía lidiar un novillo, se fue a otro pueblo a torear y mandó a un sustituto sin experiencia. El sustituto llegó acompañado de dos amigos, vestidos con camisas y capotes, dispuestos a hacer el paseíllo.

Una vez posicionado el novillo en el ruedo, el público, en lugar de quedarse en las gradas, se lanzó al ruedo con chaquetas y mantas, dispuestos a torear ellos mismos al animal. El novillo, confundido y asustado, embestía a todo lo que se movía.

 De repente, apareció el carnicero del pueblo, armado con un cuchillo, dado que había comprado la carne del novillo al Ayuntamiento, con la condición de que no lo maltrataran mucho en la lidia.

Al ver que el novillo estaba siendo acosado por el público y los falsos toreros, decidió intervenir, se abrió paso entre la multitud, gritando al alcalde que estaba en el palco: “O mato al novillo, o no me lo quedo”. El público, indignado, trató de impedir que el carnicero llegara al novillo, pero fue inútil. Éste, en una de sus carreras, se topó con el carnicero, que certeramente le clavó el cuchillo en el cuello descabellándole a la primera.

Así concluyó el festejo, arrastrado el novillo, no por las mulillas, sino por tres amigos del carnicero y torero camino de su establecimiento.

Felices fiestas.