La vida cuanto más sencilla y auténtica es más plena. La plenitud la proporciona el vivir conforme a los propios valores e implica la aceptación de cómo uno es, en unión con la naturaleza. Creo que es más feliz, no quien más tiene, sino el que menos necesita. Pero hoy prevalece la cultura impuesta de que todo se compra. Se confunde salud con consumismo y sentirse así mejor. Por ejemplo, la cultura del consumo estético adictivo (parecer más guapo aparentemente) contrapone el vivir de forma más natural, aceptando la propia fragilidad de lo que somos. Nos hacen sentirnos insatisfechos por nuestras limitaciones, siempre en comparación con modelos de belleza externos o “plastificados”. A mayor sencillez interior, mayor aceptación de la propia realidad: de nuestro cuerpo, de lo que somos. 

Aceptación es sinónimo de serenidad y esta cualidad es muy atractiva para los demás. Frente a la dismorfía y la confusión de la propia identidad, la solución es quererse. Sentirnos parte de la naturaleza, amarla y respetarla. Se empieza desde el respeto por cada parque y cada árbol de Pamplona. Un atrevimiento: en vez de la construcción del parking, creo urgente soterrar la calle Conde Oliveto y Baja Navarra por su excesivo ruido. Hacer del centro un lugar más limpio de coches y más seguro. Por todo esto, salud implica integrarnos mejor con nuestro entorno. Es enseñar a aceptar las propias limitaciones con responsabilidad, y sentir la naturaleza desde el deporte. Evitar lo que es tóxico para nuestro cuerpo y dañino para nuestra mente. Salud y calidad de vida son sinónimos, pero no significa especular, ni consumir o comprar. Es adaptarnos más con nuestra ciudad, que sea cada vez más verde, y aceptarnos mejor.

*Administrativo funcionario de Osasunbidea