Se cumplen cien años del nacimiento del escultor vasco Eduardo Chillida, genio de la escultura abstracta. En la década de los 80 se dedicó a instalar piezas de grandes dimensiones en espacios urbanos y en la naturaleza, jugando con los volúmenes y las masas. Trabajó sobre todo el hierro y el hormigón. Estos son algunos maravillosos ejemplos. 

El Peine de los Vientos (compuesto por tres piezas de acero autopatinable) es uno de sus obras más famosas. Desde 1977 acaricia el viento en la bahía de la Concha de San Sebastián.

En 1987 inauguró Gure Aitaren Etxea (La casa de nuestro padre) en el Parque de los Pueblos de Europa de Gernika-Lumo, memorial de las víctimas a 200 metros del árbol de Gernika. Y el mismo año realizó Elogio del Agua en el parque de Creueta de Coll de Barcelona, una pieza de hormigón de más de 50 toneladas.

En el Museo de Arte Público del Paseo de la Castellana, en Madrid, se encuentra la Sirena Varada (1971), su primera obra de hormigón armado que desafía las leyes de la gravedad. 

En el cerro de Santa Catalina (Gijón) se instaló en 1990 Elogio del Horizonte, una impresionante escultura de hormigón que invita a la contemplación.