Me gustaría hablar sobre la salud mental en primera persona. Llevo más de cuatro años sufriendo depresión con ataques de pánico y agorafobia. Los políticos, medios de comunicación, redes sociales, etcétera, no cesan de repetir que “hay que cuidar la salud mental y buscar ayuda”, pero ¿qué pasa cuando la buscas con todas tus fuerzas y no la encuentras? 

He comprobado una y otra vez que en la SS no se encuentra, más bien la decepción constante de ver que eres un número más. Mi desesperación me llevó a querer quitarme la vida, y al exponer mis pensamientos suicidas a la psiquiatra, me recomendó que me calmara y me dio cita para tres semanas después. ¿Os imagináis la cantidad de cosas que te da tiempo a hacer en ese periodo? Por suerte tengo el apoyo y comprensión de mis seres queridos (que se tragan el miedo y sufrimiento que sienten por las consecuencias de mi enfermedad para sostenerme) pero, ¿qué pasa con las personas que están solas? O las que se enfrentan día a día a gente que no se cree el sufrimiento de la depresión, porque no es visible y encima te sueltan: “bah, no exageres, ponle ganas”. O que no pueden pagar un tratamiento privado y se tienen que apañar con una sesión con la/el psicólogo cada tres meses.

Quisiera reflejar mi enfado ante el desamparo que sufrimos las personas con enfermedades mentales. 

Señores/as del Gobierno, dejen el postureo de repetir lo importante que es la salud mental, y pónganse a trabajar para ofrecer soluciones eficaces y serias a personas que, como yo, buscamos esa ayuda en la que ustedes tanto insisten, pero nos encontramos con un muro de ladrillo.