Soy un hombre de 52 años casado y con una hija, desde el covid estoy pasando una series de efectos rebote de dicha pandemia. Soy sanitario, a los pocos días de la pandemia me contagió de covid, estando 34 días en aquel entonces enclaustrados en una habitación de casa, sólo podía ir al baño con mascarilla reglamentaria y guantes. Mi pareja me dejaba la comida en la puerta de la habitación y yo después, cuando ella se alejaba, recogía la comida, durante 34 días que fueron angustiosos en una habitación.

Desde aquel momento mi cabeza hizo crack y me dejó secuelas, sobre todo mentales, angustia, miedo, ansiedad generalizada, que es el diagnóstico que tengo después de visitar psiquiatras, psicólogos..., de cambiarme de medicación varias veces y de ser atendido pésimamente por los servicios de salud mental público de la Comunidad Foral de Navarra. Quiero exponer mi calvario por algunos profesionales de Psiquiatría de la salud mental de Navarra por la baja calidad asistencial hacia las personas que tenemos patologías mentales diferentes. Dicha calidad asistencial deja mucho que desear. Más el sufrimiento que padecemos nosotros, los enfermos, nuestra familia y el entorno más cercano. Sin esa ayuda no podría escribir estas líneas que ahora estoy haciendo, y la ayuda de los profesionales de la salud mental privada, que con ayuda me puedo permitir, sigo respirando y vivo.