Traigo por título, aquí, el inicio de una canción conocida, para alertar a los sensibleros comodones de cara a que puedan evitar leerla y se puedan sentir mal.

Lo que pasa en Pamplona (en general, en Navarra) es la consecuencia de las nulas respuestas (pacíficas, pero contundentes) de un conjunto social que, mira tú por dónde, a la hora de votar eligen siglas muy alejadas de los ideales nacionalistas del “si no estás conmigo, estás contra mí”. Debe ser que, a la hora de depositar su voto, se confunden de papeleta. Será eso.

Y, puestos en la ironía, decir que es sorprendente que nos sorprendamos por hechos como los acaecidos en los pasados Sanfermines. Lo estamos plasmando mal en los medios de comunicación y en las “charlas de bar y salón”. ¿Es que nadie es capaz de darse cuenta de que son las corporaciones ajenas al nacionalismo quienes siembran de odio las calles, al atreverse a salir a ellas representando otras ideas? ¿Es que nadie es capaz de ver, e informar de modo sincero, que fue el miembro de la Policía Municipal, quien arrojó su cara, con saña y premeditación, contra el puño cerrado de un “indefenso” ciudadano? ¿Es que nadie es capaz de ver la intolerancia de la Peña Mutilzarra, al presentar en la trasera de su pancarta el escudo real de su tierra, Navarra, haciendo gala de su “fascismo”, provocando a “insignes ciudadanos”? ¿Y cómo, nuevamente, fue su presidente quien se arrojó, también con saña y premeditación, contra el puño cerrado de otro “indefenso” ciudadano?

Pues, dejando ya la ironía, debemos plantearnos a dónde queremos llegar y qué sociedad queremos que prevalezca, para que “se la tengan que lidiar” nuestros descendientes. Yo, con estas cartas, creo que no puedo posicionarme más respecto a lo que entiendo por una sociedad con sentido común, que es la que intento poner en valor.

Seré el primero que, cuando el objetivo que persiguen quienes amparan y “explican” lo que viene sucediendo, consiga alcanzar un respaldo social consecuente, con mayorías acreditadas (¡¡ojo al dato!!), lo asuma. Probablemente, de darse ese caso (de seguir así lo conseguirán, de un modo u otro, dado su trabajo de “hormiguita incansable” a través de muchas décadas, y el notable respaldo que se les da con nuestro “analfabetismo social por acomodación”), tendré que buscarme “otros aires”, pues la Historia viene demostrando, recurrentemente, qué sucede cuando las calles se visten de camisas de color uniforme (de cualquier color, ¡ojo!), sin deberse a fiestas populares. Pero si no se lee, de todo, (que es el mejor modo de pensar/razonar y valorar lo que se está leyendo, para formar opinión propia) y aprende, no hay nada que hacer. Soy, hoy por hoy, así de pesimista. A la espera de optimismo.

Desde aquí, un recuerdo sincero a aquellas personas ausentes por haber lanzado, de modo premeditado, sus cabezas contra balas, a todos sus familiares y allegados que, premeditadamente, les recuerdan “alterando la convivencia social”, y a toda persona que, premeditadamente, se permite seguir lanzando sus cuerpos contra puños cerrados, demostrando su “incivismo”. Mi cabeza, y mente, también está preparada para ello. Por si alguno quiere cerrar su puño, para activar el que, premeditadamente, me lance sobre él. Y como la tengo muy dura (la cabeza), sé que tendré que enfrentarme a juicios por provocar lesiones… de modo premeditado.