Me alegré, cómo no, cuando descubrieron la Mano de Irulegi / Irulegiko Eskua, por varias razones: porque venía a demostrar que los vascones escribían en su propia lengua; porque apareció en el corazón de Navarra y porque la primera y única palabra descifrada me parece preciosa: “Sorioneku”. Además el hallazgo fue presentado de forma rigurosa y con datos científicos para no caer en la decepción y trampa de las ostracas de Iruña-Veleia.

Pero también me extrañé por algunas reacciones; sobre todo, porque para ciertas personas y prensa ese descubrimiento demostraba que el euskera se hablaba en lo que hoy denominamos Navarra.

Tengo que confesar que yo me he encontrado varias manos de Irulegi a lo largo de mi vida. La primera fue con 13 ó 14 años, estando Franco en el poder, cuando un amigo me dijo que mi apellido y muchos de los de la cuadrilla venían del “vasco”. La segunda cuando me di cuenta que la mayoría de los nombres de pueblos, valles, ríos y montañas de Navarra tenían nombre en “vasco”. La tercera cuando empecé a indagar la historia del euskera y su presencia y avatares a lo largo de su existencia en esta tierra. La cuarta cuando decidí aprenderlo y descubrí una lengua particular y maravillosa que no ha dejado de darme alegrías hasta hoy en día. Así podría ir describiendo alguna mano más.

¿Tenía que aparecer esa pequeña, pero hermosa y valiosa pieza, para que algunos se diesen cuenta de lo que ha significado el euskera en Navarra? No lo habían certificado suficientemente autores como J.M. Jimeno Jurío o Pello Monteano (por favor, lean su libro El iceberg navarro. En el siglo XVI el 80 % de la población navarra era vascoparlante). No hay más ciego que el que no quiere ver.

También me he encontrado muchas “contramanos” de Irulegi en forma de tortazos en la cara, y algunos de los que te dejan los dedos marcados. Quizás el más sonoro fue la Ley del Euskera, una trampa para frenar y no promocionar el euskera, sobre todo, en las llamadas Zona Mixta y Zona no Vascófona, a la que pertenecía mi pueblo hasta hace muy poco, Tafalla, donde nací y vivo. Tortazos al comprobar las reacciones de ciertas personas al despedirme con un “agur” o felicitar con un “zorionak”. Tortazos por cientos de decisiones tomadas por los representantes políticos de Navarra, como la última del Parlamento para no incluir a Mañeru en la Zona Mixta…

Dicen que el euskera está politizado. ¡Claro! ¿Qué decisión no es política? Pero hay políticas para dignificarlo y promocionarlo y otras para ponerle palos en las ruedas. Apelan a la realidad sociolingüística. Sin embargo, en muchos pueblos y valles se quiere cambiar esa realidad y no lo permiten.

En más de una ocasión hemos oído a los políticos que en la Zona no Vascófona nunca se ha hablado el euskera. Puede que sea una afirmación que tenga parte de realidad, pero no toda, desde luego. De todas formas, ¿Cuánto se gasta el Instituto Cervantes para promocionar el castellano en lugares en los que jamás tuvo ningún tipo de presencia? ¿Qué pegas se pone a eso? Ninguna, que yo sepa, y me parece muy bien. ¿Se ha hablado alguna vez el francés o el inglés en la Zona no Vascófona? Sin embargo, puntúa para algunas oposiciones más que una de las lengua propias de aquí.

¿Por qué les da miedo que algo tan nuestro avance? No hay lingüista extranjero de prestigio que no se haya maravillado o se maraville con esa lengua tan antigua y peculiar que, por suerte, es nuestra. ¡Qué políticos tan acomplejados y mediocres tenemos!

Todos tenemos claro que hay que cuidar a nuestros ancianos, porque cada vez son más débiles y vulnerables. ¿No es un símil del euskera? Vivimos en un mundo terriblemente globalizado donde otra lengua de esta tierra, aunque de origen más tardío, tiene una fuerza y vigor incuestionables. ¿Alguien es tan inocente como para pensar que va a desaparecer de aquí? No va a suceder y yo, por lo menos, no lo deseo. ¿Cuál es el problema para que la población de Navarra sea cada vez más bilingüe y conozca las dos lenguas de esta tierra? ¿Quizás es por contar votos? Si es así, afirmaría que, además de mediocres, e igual ignorantes, muchos de nuestros representantes son uno cretinos.

Me duele cuando salen encuestas dando datos de la utilización del euskera en Navarra y los porcentajes son muy bajos. Enseguida me suelo preguntar qué podríamos hacer para cambiar los hábitos de miles de jóvenes que lo dominan, pero no lo practican. Pero muchos políticos no reaccionan de la misma forma. Utilizan esos datos para seguir dándonos tortazos. A veces de forma beligerante y soberbia, porque cuando te sabes más grande, es muy fácil abusar del pequeño, de la pequeña mano de Irulegi. ¿Ignorantes, mediocres, cretinos?