Contaba Diego Eusa en la tarde del viernes que unos rojillos llegaban tarde al partido por la huelga producida en Alemania. Los pobres aficionados entraron en el minuto 30. Se podría decir que llegaron tarde, pero bastante más adelante es cuando hizo aparición por Mallorca el equipo de Jagoba Arrasate. 

Osasuna no tiró a puerta hasta cuando se rozaba el minuto 90 y después de que el Mallorca viese penalizado su insistencia en las faltas con la roja a Copete, que evitó que Rubén se plantase ante el portero local con un agarrón manifiesto. 

Hasta ese momento, la nada. Por ninguno de los dos lados. Se notaba que llegaban dos conjuntos con cierto colchón sobre el descenso pero que no pasan por su mejor momento. Eso sí, hablando de llegar tarde, el Mallorca fue digno exponente de esto con unas entradas tardías que pudieron causar mucho daño. Hubo suerte, parece que todos salieron indemnes de cara a la batalla del martes. 

La pregunta es cómo va a llegar Osasuna a esa semifinal. Claramente no en su mejor momento. Alguno de los pilares, como Torró, llega mermado tras recibir toda la temporada patadas sin parar. Algún día habrá que abrir el melón de lo poco que le protegen los árbitros al de Concentaina. Otros parece que están en medio de un bache y otros cuantos salen de lesiones y se les nota con una falta de ritmo brutal. 

Tiene Arrasate buena papeleta para ese día, la de Mallorca la solucionó bastante bien en lo resultadístico (un empate fuera de casa siempre es bueno) pero sin ninguna sensación para el optimismo o muestra de recuperación. Esto ha pasado en todas las temporadas, pero esta vez el equipo tiene un colchón importante para no andar muy preocupado. Siete puntos más, solo queda eso. 

Pero ya pasó. Ahora sí, ya no queda nada por delante. Toca ponerse las pinturas para disputar el partido más importante desde aquel de Sabadell, aunque desde una perspectiva mucho más ilusionante. Ahí sí que no puede llegar tarde nadie, ni jugadores ni aficionados. Es el día.