Sergio Herrera reconoce que le gusta abrirse en las entrevistas, ser natural, y la que concede a este periódico no es una excepción. En ella habla de todo, incluso de la posibilidad de ir a la selección por su condición de especialista en detener penaltis –“sería un gran premio y me encantaría, pero hay mucha competencia”, reconoce–, sin olvidarse tampoco de opinar sobre su a veces tormentosa relación con las hinchadas rivales. “Desde pequeño he sido muy contestón, pero luego reflexionó en casa y me doy cuenta de que hay ciertas cosas que no debo hacer, aunque es verdad que muchas veces los futbolistas no recibimos el respeto que merecemos”, dice al respecto de este asunto.

También revela otras cuestiones más personales, como que “a veces me han dicho de ir al psicólogo, pero nunca me he atrevido a dar el paso”. Y se explica: “El futbolista sufre muchísimo. En mi caso, yo me suelo pegar sentado un buen rato en casa mirando al infinito, dándole vueltas a las cosas y hablando solo. Hasta ahora he utilizado la autogestión y me ha ido bien, pero igual otras veces he necesitado ayuda y no lo he visto o no me he atrevido a pedirla, pero ojalá lo haga alguna vez porque voy a tener una opinión más y me va a ayudar seguro”. “Mucha gente piensa que el futbolista vive muy bien y gana mucho dinero, pero no se da cuenta de que también hay que saber gestionar muchas cosas, como la crítica, el error o la falta de privacidad que a veces tenemos, y eso resulta muy difícil”, concluye.