Osasuna no fue una amenaza para el Girona que, como un caballo desbocado, se le quedó muy lejos a la hora de echarle el lazo. El equipo de Arrasate sufrió la gran capacidad de maniobra del conjunto catalán, que suma jugadores sin fin a las acciones de ataque y amasa el balón como un experto en el obrador del juego; pero en el cómputo final sobre todo padeció su propia incapacidad para crear acciones de peligro. Los rojillos no tuvieron chispa en los últimos metros en los minutos en los que llegó a aproximarse al Girona y, de hecho, sólo sumó un lanzamiento entre los tres palos. Un bagaje muy escaso con el que hacer diana y, todavía más, frente a un rival que tiene el gol por castigo, que los suma sin querer.

Osasuna fue capaz de sostener la pugna en el primer tiempo, donde con un gol de diferencia logró reponerse poco a poco a la situación y creer, pero fue liquidado en la reanudación frente un rival que se mostró mejor, que estuvo a punto de lograr un resultado mayor si no llega a mediar un sobresaliente Sergio Herrera. Osasuna se vio obligado a presionar alto para crear problemas desde el primer metro, pero la habilidad del Girona para superar cualquier línea de dificultad se le convirtió en un enredo del que no salió bien. De hecho, el fútbol rapidísimo del equipo de Míchel se convirtió en un asunto muy peligroso que no fue a más por poco.

A Osasuna se le terminó la racha de resultados positivos –cuatro partidos sin perder– en casa de uno de los inaccesibles del campeonato, en donde sólo ha ganado el Real Madrid –el próximo test–. El partido requería muchos componentes para que se plasmase en una hazaña –seguridad defensiva, determinación general y puntería en ataque– y no se reunieron en sus proporciones. El Girona es un equipo interesante y sorprendente y sus modos de manejarse en el campo no dejan de ser una multiplicación de dificultades para el oponente, caminos no previstos y acumulación de personal buscando el gol. Los resultados aumentan su confianza y la confianza refuerza sus ideas de juego. Qué más se puede pedir en su poción mágica.

Osasuna recibió un mazazo muy pronto, además, en plena declaración de principios del Girona que estaba postulando muy claro que lo suyo es atacar con todo el personal –Blind, uno de los centrales, buscaba su sitio en posiciones de delantero o estaba como interior metido en el meollo del campo de los rojillos–, sin preocupación mayor que la ocupación de todos los espacios y el dominio del balón como uno de los señuelos. El gol del Girona fue un desajuste en Osasuna en una defensa adelantada en la que se coló Portu por la puerta de atrás. Todo fue muy rápido, también con mucha gente en las proximidades del área rojilla y con Tsyngankov como último maestro de ceremonias, con un dardo entre los zagueros. Para cuando llegó el golpe del Girona, también había quedado claro que Budimir estaba desatado. Budiman había puesto muy altas las revoluciones de todas sus intervenciones y había intentado contagiar a sus compañeros con su estímulo. La tarjeta de presentación de Osasuna no estaba siendo mala en cuanto a carácter y vigor, un buen rato que llevarse en las anotaciones de un partido con derrota.

Pero el gol de Girona le dejó a Osasuna anestesiado, con la anestesia que se aplica al estar dominado a partir del balón, que lo tenían los otros. Los rojillos mejoraron en la recta final del primer tiempo, con el incremento de la presencia en el campo del rival y el aumento de circulación y centros sobre el área de Gazzaniga, pero los envíos no acabaron de llevar picante y la animosa estancia de los jugadores de Arrasate no se traducía en peligro. Moncayola lanzó una amenaza desde el borde del área como guinda a los mejores minutos de los rojillos, pero se marchó fuera junto a un poste.

Tenía Osasuna demasiado planificado el partido en cuanto a la imposición de su intenciones. Incluso saltó al terreno de juego tras la reanudación con una presión generosa cerca del área contrincante. El Girona cambió de lenguaje y pasó a ser un equipo oportunista. Sergio Herrera evitó el segundo gol local tras un cabezazo en un córner de Dovbyk, resuelto sobre la línea en una gran estirada. El equipo catalán estaba definitivamente descontrolado porque Osasuna buscaba una reacción, perseguida con la entrada en el campo de Moi Gómez y Raúl García y la consolidación de un esquema ofensivo por parte de Arrasate. Yan Couto se topó con Herrera, Stuani mandó a las nubes una llegada en soledad en la que intercedió en el último momento Jorge Herrando y por fin, en el minuto 83, Moncayola acertó a dirigir la pelota entre los tres palos para que llegara al regazo del meta del Girona. Sávio sacó petróleo en una jugada por la banda izquierda en la que hubo taconazo de filigrana de Aleix García y firmó el segundo gol. Herrera contuvo el peligroso festival local, que tritura a sus rivales en los minutos de descuento, con otro paradón a Yan Couto. El Girona es una amenaza y Osasuna lo sufrió. Mucho.

- Ficha técnica:

2 - Girona: Gazzaniga; Èric, David López, Blind, Miguel; Aleix García, Iván Martín (Jastin, min. 90+2); Tsygankov (Yan Couto, min. 64), Portu (Jhon Solís, min. 80), Sávio (Pablo Torre, min. 90+2); y Dovbyk (Stuani, min. 80).

0 - Osasuna: Herrera; Areso (Ibáñez, min. 88), Unai García, Catena, Herrando, Johan Mojica; Moncayola, Torró (Moi Gómez, min. 70); Aimar, Rubén García (Raúl, min. 70); y Budimir (José Arnáiz, min. 88).

Goles: 1-0, min. 13: Portu. 2-0, min. 86: Sávio.

Árbitro: Busquets Ferrer (comité balear). Amonestó a los locales Iván Martín (min. 35), Èric (min. 58) y Yan Couto (min. 68) y a los visitantes Herrando (min. 45), Areso (min. 72) y Moi Gómez (min. 90+4).

Incidencias: Partido de la 28ª jornada de LaLiga EA Sports disputado en el Estadi Municipal de Montilivi ante 11.598 aficionados.

Esta crónica está en elaboración