El 26 de febrero, Luisa Medina salió del portal de su casa, en la calle Doctor Galán de San Jorge, y se topó con varias decenas de vecinos. “Me asusté. Vi tanta gente reunida que pensaba que había sucedido una desgracia”, confiesa Luisa.

Nada más cerrar la puerta, los vecinos empezaron a aplaudir y a cantar el cumpleaños feliz. “Me emocioné porque no me lo esperaba para nada. Me pareció muy bonito, me gustó mucho y me dio mucha alegría”, recuerda la abuela de San Jorge, que no se imaginaba, ni por el forro, que el barrio se hubiera organizado en secreto para brindarle un homenaje por su 104 cumpleaños.

Los gigantes de la comparsa txiki bailaron unos valses en su honor y joteros del barrio entonaron canciones populares como No te vayas de Navarra. “Estuvo muy graciosa. Empezó a negar con el dedo y a decir que no se iba, que estaba muy a gusto en San Jorge con la gente del barrio. Que a dónde se iba a ir con 104 años”, relata Isabel, una de las cinco hijas de Luisa. 

A los 104 años, Luisa vive sola en su piso de la calle Doctor Galán y sigue siendo bastante independiente. “Los cuatro hijos siempre estamos atentos, pero se apaña en el día a día y necesita muy poca ayuda. Por ejemplo, duerme y se ducha acompañada para evitar malas caídas o resbalones. Nada más”, asegura Isabel, que vive en el mismo portal que su madre. 

Más allá de estos dos pequeños apoyos, Luisa se encarga de todas las labores del hogar. Para que no le pille el toro, se levanta “bien pronto”, a las 07.30 horas de la mañana.

“Desayuno, hago la cama, barro la cocina, friego los platos, pongo la lavadora y preparo la comida”, enumera Luisa.

Le encanta cocinar sus “platitos” de cuchara: legumbres, verduras y purés. También es experta en guisos. “Mi madre dice que a su edad no le apetece probar moderneces, que le gusta la comida tradicional”, señala Isabel. 

Con la comida lista, baja a la panadería a comprar el pan y se da un paseo con el andador. “En la familia le llamamos la abuela escapista. Le gusta salir de casa y hacer sus recados”, bromea su hija.

Luisa también aprovecha los recados para estar de cháchara. “Nos paran cada diez metros. Mi madre ha sido una persona muy amable y cariñosa con todo el mundo y los vecinos le quieren saludar. A veces, le tienes que decir, ‘venga, abuela, que llegamos tarde y tenemos que hacer recados’. Te lo juro”, indica Isabel.

El barrio me quiere mucho. Algo bueno he tenido que hacer”, bromea Luisa. “Hay que ser buena persona. No despreciar a nadie y abrazar a todo el mundo”, subraya. 

Antes de la pandemia, Luisa aprovechaba el paseo para revisar la cartilla en el banco que tenía enfrente de casa. “Lo han cerrado y tengo que subir hasta Sarasate. No puedo ir sola hasta ahí, me tiene que acompañar alguien”, lamenta.

“Le agobia que haya que hacer todas las gestiones por internet. No quiere ir sola al banco porque los cambios tecnológicos le abruman y no los comprende. Nació en 1919. Es otro mundo”, apunta Isabel. 

Ni fumar ni beber

¿Y cuál es el secreto para vivir más de un siglo y seguir en buen estado de salud? Llevar una dieta variada y equilibrada –fruta, verdura, legumbres, pescado, carne...–, no fumar –no se ha echado ni un cigarrillo en su vida–, ni beber ni una gota de alcohol.

Por eso, no extraña que se ría a carcajadas cuando escucha los términos borrachera, resaca o cubata. “De joven no me emborraché porque no podíamos. Éramos pobres. En casa pasábamos hambre, casi no teníamos dinero para comer, cómo iba a gastar dinero en comprar una botella de vino”, reflexiona Luisa. 

Luisa nunca ha tenido ningún vicio en su vida, aunque a los 104 años ha caído en la tentación. “Ahora me gustan las chuches, los dulces –pastas y rosquillas– y el refresco de limón. Con mi edad, hay que darse algunos caprichos”, comenta mientras se ríe.

Por cierto, otra de las claves, es reírse, reírse mucho. El saber popular siempre ha dicho que unas buenas carcajadas al día alargan la vida. “Lo único que tiene son los achaques de la edad. El desgaste de la vida. Por lo demás, su estado de salud es muy bueno”, señala. 

De Jimena, Jaén

Luisa nació el 26 de febrero de 1919 en Jimena, un pequeño pueblo de la provincia de Jaén. En la postguerra, sus padres emigraron a Pamplona porque “allí no tenían futuro para nada”, apunta Isabel.

Al principio, Luisa vivió en las huertas de Huici y en la década de los 70 se trasladó a la calle Doctor Galán de San Jorge. Durante su vida laboral, trabajó en una empresa privada de limpieza. 

¿Y qué le gustaría que le organizaran los vecinos y su familia para el 105 cumpleaños? “Me conformo con poco”, avanza Luisa. Así que ya saben, a darle al coco y que fluya la imaginación.