El Colegio Claret-Larraona está trabajando contra el desperdicio alimentario. Los 319 menores que cursan Primaria en el centro se han embarcado, de la mano de su profesorado, en un proyecto de Aprendizaje Servicio para ayudar a contrarrestar un dato: cada año acaba pudriéndose en los cubos de basura un tercio de toda la comida producida en el mundo (el equivalente a 1.300 millones de toneladas), mientras que un 8’9% de la humanidad pasa hambre.

Ganadores del primer premio del certamen municipal, su proyecto Cocina de reciclaje-comida con fundamento busca estudiar datos reales sobre el desperdicio de comida en el entorno más cercano al alumnado: el centro escolar, sus casas e, incluso, se plantean la posibilidad de extender su iniciativa a los establecimientos de hostelería y a los comercios de alimentación de Iturrama. El estudio se está realizando en colaboración con la ONG claretiana Proclade-Yanapay que, entre otros campos, trabaja en agroecología, comercio justo, consumo responsable y economía solidarias.

CONOCIMIENTO DE LOS ABUELOS

En la idea de que el reciclaje y la reutilización son aplicables a la alimentación, el alumnado quiere contar con la información tradicional, es decir, los conocimientos de sus abuelas y abuelos, figuras que identifican con la tradición de aprovechamiento máximo de los alimentos, la llamada cocina de sobras. Así, con sus consejos, de la mano de expertos en restauración que se acercarán a las aulas y sin olvidar las buenas prácticas alimentarias de otras culturas (información tradicional multicultural), a lo largo del curso redactarán un libro de recetas de aprovechamiento que presentarán antes del verano. Lo previsto es que en el acto se realice también una cata de propuestas culinarias de reciclaje para demostrar que son también buenas para el paladar.

Detalle de los trabajos del alumnado. Cedida

Pero, en un mundo digital y contando con profesionales de la informática, quieren ampliar su radio de acción. Entre sus posibles desarrollos está el diseño de una app de barrio para compartir información entre comercios y vecindario, e intentar minimizar la cantidad de comida que acaba en el contenedor por falta de venta o consumo, para optimizar la gestión de los alimentos.

Y con todos estos flancos, el alumnado irá aprendiendo sobre cocina, gastronomía internacional, nutrición y dietética, y ecología y producción agrícola. La vertiente social de la propuesta es reflexionar también sobre desigualdad y pobreza. Está previsto, por ejemplo, que el alumnado conozca realidades como los comedores sociales.

Con esta propuesta, trasversal a todos los cursos con alumnos de 6 y 12 años, el centro trabajará para entender y lograr visibilizar un problema global, y trasladarlo al ámbito local, aportando soluciones viables y replicables e implicando, no solo a la comunidad educativa, sino también a su entorno más próximo.