Manuel Pimentel (Sevilla, 1961) cerró el ciclo de charlas de Civican este viernes. Es un hombre polifacético. A su anterior trayectoria en la empresa y en la política (fue ministro en la primera legislatura de Aznar), hay que sumarle la actual como escritor, editor de Almuzara y presentador de un programa en La 2 de TVE titulado ‘Arqueomanía’, que graba su novena temporada. 

Habló en Pamplona de los retos de la transición ecológica. 

–Sí, en un concepto amplio. De cómo los grandes paradigmas que configuraron la sociedad a raíz de la caída del Muro de Berlín, la globalización y la llamada revolución tecnológica, han ido evolucionando muy rápido. Han aparecido nuevos paradigmas, como la sostenibilidad, que tiene algunas grandes ventajas y algunos riesgos. Pero la globalización ha saltado por los aires. Ya no existe como la conocimos, y eso está generando desajustes muy importantes en la economía y en la geopolítica. Estamos en guerra. Y todo esto va a tener también influencia en esos paradigmas de sostenibilidad. Claramente entramos en un periodo de desajustes que podríamos calificar de prebélicos. 

“La globalización ha saltado por los aires. Ya no existe como la conocimos, y eso está generando desajustes muy importantes”

¿Una etapa peor que la anterior? 

–Es difícil poner etiquetas morales a las circunstancias, desde luego es mucho más peligrosa. La globalización, que también como todo tenía sus riesgos, permitió una economía muy abierta, que los países menos desarrollados tuvieran unas posibilidades de crecimiento que en un mundo cerrado no las tenían o un crecimiento económico en Occidente con baja inflación, por esa competitividad de precios, pero algunos países como China en ese contexto han crecido mucho. Estados Unidos no se siente cómodo hace ya unos años con esas reglas de juego que él mismo había creado, porque veía que China le adelantaba y decidió romperlas. Y a partir de ahí hemos entrado en un mundo en que Estados Unidos y Occidente en su conjunto, no vamos a permitir que China siga ese crecimiento y por eso vamos a ir presionando, claramente en un ambiente prebélico. No solamente lo que ya es terrible en Ucrania, sino que pudiera haber consecuencias aún más complejas. Ya estamos en ello. En esas dinámicas el orden de prioridades se muda. Y lo vemos todos los días. Por ejemplo, de esa equidistancia que manteníamos entre Marruecos y Argelia, y cierto apoyo al Frente Polisario, pasamos directamente a la postura de Marruecos. ¿Por qué? Por el realineamiento estratégico que estamos haciendo. La constatación de un hecho que no queremos oír, pero se está entrando en guerra.

¿Cómo cree que se perfila la sociedad del futuro?

–Será más tecnológica, necesitaremos mucha más inmigración que la que ni siquiera sospechamos. La realidad es que somos una sociedad que envejece muy rápido. Son tiempos de profundos cambios, creo que todos nos tenemos que adaptar, de hecho llevamos ya unos años, y todos tendremos que tener la modestia de ir evolucionando dentro de algunos criterios generales que tenemos que mantener. Sí es importante que nos signa orientando, pero sin hacer de ellos un acto de fe inmutable, permanente y rígido porque si no vamos a generar rechazo de la población como estoy percibiendo en algunos ámbitos.