Ellas lo tuvieron claro y ahora quieren despertar esa pasión por la tecnología entre las nuevas generaciones de mujeres. Patricia Aranguren Garacochea y Aránzazu Jurio Munárriz, doctoras en ingeniería, la primera industrial y la segunda informática y profesoras de la UPNA, lo hacen encima del escenario con la obra Yo quiero ser científica; mientras que la ingeniera en Telecomunicaciones Itziar Uzqueda Esteban y la ingeniera industrial Irene Miquélez Madariaga, ambas estudiantes predoctorales, acuden a los institutos para acercarles su profesión. 

Pasión por las ‘Mates’ desde Bachillerato

Estas mujeres siempre tuvieron claro que sus estudios universitarios tenían que estar ligados a las mates, la física o el dibujo técnico. Era lo que se les daba bien y les gustaba. Salvo Irene Miquélez, que optó por el de Ciencias de la Salud, el resto se decantó por el Bachillerato Científico-Tecnológico. Pero llegó el momento de decidir la carrera y llegaron las dudas. “Ingeniería, sí, pero ¿cuál? En el fondo no sabía que era una ingeniería. Nunca vinieron a explicarnos sus ramas. Como me gustaban las antenas y satélites me decanté por Teleco”, recuerda Itziar Uzqueda. Su compañera reconoce que “cuando piensas qué vas a estudiar, te fijas en las asignaturas que más te gustan sin tener mucha idea de a qué te vas a dedicar. Fueron mis padres los que me animaron a hacer ingeniería”.

Aránzazu Jurío tenía claro que sus estudios tenían que estar vinculados a las Mates. Descartó estudiar Matemáticas, porque no había en Navarra, y se centró en las ingenierías. “Descarté Industrial porque tenía Dibujo Técnico. Dudé entre Teleco e Informática y al final me decanté por la última”, afirma. Su compañera Patricia Aranguren reconoce que “estaba encarrilada a la ingeniería” y eligió Industrial porque “daba respuesta a todo lo que me gustaba, sobre todo, montar y desmontar cosas”

“Si no hubiera tenido un hermano mayor igual no hubiera descubierto mi gusto por lo tecnológico”

Patricia Aranguren - Doctora en Ingeniería Industrial

Estas jóvenes ingenieras siempre han sido minoría. “Desde Bachiller ya ves por dónde van a ir los tiros. En el Tecnológico apenas estábamos 6 o 7 chicas en clase”, asegura Aranguren, que reconoce que para ella fue un reto. “Me gustaba lo que estudiaba y el hecho de que fuéramos pocas fue para mi un revulsivo, remarca.

Al llegar a la UPNA, el impacto aún fue mayor. “Recuerdo ir a la primera clase y, aunque nos juntaron con estudiantes de otras ingenierías, sí tuve la sensación de sentirme sola, en plan que pocas chicas. En el instituto al ser menos gente no daba tanto el cante, pero en la uni me llamó la atención”, reconoce Uzqueda. Su compañera Jurío asegura que en su promoción, la segunda de Informática, había más mujeres que las que hay ahora. “Casi éramos el 40% y ahora, con suerte, llegamos al 15%”, se lamenta. Y es que Informática, junto con Mecánica y Eléctrica y Electrónica, son las ingenierías más masculinizadas. “En las más técnicas hay más chicos que en las genéricas, como Industriales”, afirma Aranguren, que reflexiona sobre las posibles causas. “No sé si es porque las chicas huyen de la parte técnica o por esa fama de trabajadoras, que nos hace querer llegar a más y no quedarnos en un puesto técnico”, señala. Miquélez cree que algunas ingenierías, como la Electrónica, “lleva aparejada estereotipos como ser un friki que los chicos asumen con más naturalidad que nosotras”. Y luego está el caso de Ingeniería Biomédica “en la que los que, como apunta Uzqueda, “los tres primeros años son casi iguales a Teleco pero la palabra bio atrae a mujeres y son mayoría”.

“A principio, el 99% de las programadoras era mujer; cuando ganó prestigio se llenó de hombres”

Aránzazu Jurío - Doctora en Ingeniería Informática

¿Por qué son minoría? Desconocimiento y factores sociales

Ante la pregunta del millón de por qué las mujeres no eligen carreras tecnológicas, estas ingenieras descartan que sea una cuestión de gustos y apuntan al desconocimiento de las ingenierías y a factores sociales. “Los chicos son más lanzados y deciden estudiar ingeniería aunque no sepa muy bien qué es. Nosotras somos más segurolas y preferimos saber a qué nos vamos a enfrentar. También puede estar unida esa inseguridad que citan algunos estudios de que las mujeres creen que no van a ser capaces de estudiar algunas carreras”, reflexiona Jurío, del grupo de Inteligencia Artificial. Una percepción que también se ve en los talleres que imparten en los institutos. “Las chicas preguntan más, quieren tener todo más atado”, asevera Uzqueda, CEO de una spin off de la UPNA.

“En los talleres que damos en los institutos las chicas preguntan más; quieren tener todo más atado”

Itziar Uzqueda - Ingeniera en 'teleco', estudiante predoctoral y CO de una spin off

Su compañera Aranguren alude más a cuestiones sociales. “Sin querer vamos inculcando de forma diferente a chicas y a chicos. Desde pequeños a ellas le compramos muñecas y a ellos, coches. Ellas tienden a aspectos cuidados e interrelación personal y ellos a cuestiones más técnicos”; reflexiona. Y cita otro ejemplo. “En Primaria si una niña es más desorganizada o más movida se le exige que sea organice, pero con los chicos somos más transigentes porque como son más movidos.... Esos pequeños gestos marcan diferencias. Sin querer tratamos distinto a los chicos que a las chicas. En mi caso, si no hubiera tenido un hermano mayor igual no hubiera descubierto mi gusto por lo tecnológico y no hubiera estudiado ingeniería. Si no das la opción...”.

Las cuatro estudiaron ingeniería en la UPNA y ahora dos son profesoras y las otras dos terminan la tesis. Oskar Montero

Miquélez comparte esta reflexión y añade que “hay aspectos de la personalidad que te hacen ser más exitoso. En los niños se fomenta más la agresividad que en las niñas y al llegar al mundo laboral, se nota. El problema no es sentirte sola en una clase sino ir a una reunión y encontrarte sola porque la forma de actuar es diferente”. Y esto va unido, añade Uzqueda, “a la autoexigencia de las mujeres. Y es que para que te traten igual debemos hacer más. Un mínimo fallo te pena más que a tu compañero”.

Otro factor que citan es la falta de formación científica y tecnológica de los docentes de Primaria, que, obviamente, no pueden transmitir al alumnado. “Es clave que desde pequeños se les de la oportunidad de descubrir esa rama”, afirma Aranguren, del grupo de Ingeniería térmica y fluidos.

“En los niños se fomenta más la agresividad que en las niñas y al llegar al mundo laboral eso se nota"

Irene Miquélez - Ingeniera Industrial y estudiante predoctoral

Estas ingenieras aplauden que, en los últimos años, se haya puesto el foco en la brecha de género que hay al elegir estudios y se hayan impulsado iniciativas para que despertar vocaciones científicas y tecnológicas entre las mujeres. Pero creen que queda mucho por hacer y que los resultados tardarán en verse. “No se cambia en tres años. Se está inculcando a generaciones de Primaria, ESO... por lo que para cuando lleguen a la Universidad...”, asevera Jurío. “Y para que se note en el mundo laboral igual pasarán 20 años”, añade Miquélez.

Y es que esta brecha se agranda a nivel laboral, ya que las profesiones con mayor reconocimiento social y económico son las del sector industrial. “¿Y por qué están mejor valoradas? Porque están los hombres y ellos deciden”, reflexiona Aranguren. Su colega Jurio aporta un dato descorazonador. “En los inicios de la informática, el 99% de las programaban ordenadores era mujer. Cuando la profesión ganó prestigio se llenó de hombres”, afirma esta profesora, quien confía en atraer a más mujeres a grados STEM porque se van a crear muchos puestos de trabajo. “Ojalá vengan más mujeres, pero quiero ver, si pasa, si no se degraden los sueldos”.

Trabas en la carrera investigadora

Además de estudiar grados masculinizados, estas mujeres se han decantado por la carrera investigadora. Una opción que tampoco favorece a las mujeres que quieren ser madre. “El año de embarazo lo pierdes y en la carrera investigadora perder un año supone perder mucho más tiempo”, asegura Jurío, quien añade que “para lograr plaza de titular puedes tardar unos 15 años. Si terminas la carrera con 25 años te plantas con 40”. “De ahí los problemas para quedarse embarazada que tienen las mujeres en la universidad”, añade Aranguren. “La sociedad quiere que tengamos hijos, pero en lugar de ayudarnos, nos penaliza”, zanja Miquélez, que se encuentra en plena tesis. Esta situación provoca que haya menos mujeres titulares y catedráticas ya que ellas abandonan más.