El informe de calidad del aire en 2022 elaborado por Ecologistas en Acción determina que la contaminación del aire repunta en Navarra por efecto del cambio climático y el aumento del tráfico. Según han informado desde Ecologistas en Acción, el informe analiza los datos recogidos en 780 estaciones oficiales de medición instaladas en toda España, entre ellas 12 situadas en la Comunidad foral.

Entre sus principales conclusiones, el estudio recoge que durante 2022, la calidad del aire en Navarra ha empeorado respecto a los años 2020 y 2021, con un aumento significativo de los niveles de partículas en suspensión (PM10 y PM2,5) y más matizado de dióxido de nitrógeno (NO2) y ozono, aunque sin alcanzar estos dos contaminantes las concentraciones habituales en años anteriores a la pandemia.

El informe toma como referencia los valores máximos de contaminación recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el objetivo a largo plazo para proteger la vegetación de la Unión Europea. De acuerdo a esos umbrales, el aire contaminado afectó en 2022 a la totalidad de la población navarra, así como a los 6.500 kilómetros cuadrados de la Zona Media y la Ribera de Navarra, el 66 % del territorio.

Si se toman los estándares de la normativa, "más laxos que las recomendaciones de la OMS", no habría población que respiró aire contaminado ni superficie expuesta a niveles de contaminación que dañan la vegetación, por encima de los límites legales.

Según el estudio, "siete de cada diez navarros respiraron en 2022 un aire que incumpliría los nuevos estándares legales propuestos por la Unión Europea para 2030", en el proceso de revisión en curso de la normativa de calidad del aire, "lo que expresa la magnitud del reto a asumir por las administraciones en próximos años para alinearse con la futura legislación".

CONSULTA AQUÍ EL INFORME DE ECOLOGISTAS EN ACCIÓN

Aunque el año 2022 fue muy seco y el más cálido en España desde al menos 1961, el factor "esencial" para explicar el repunte de la contaminación atmosférica durante 2022 "es la recuperación de la movilidad motorizada y de la actividad económica previas a la pandemia de la Covid-19".

Según Ecologistas en Acción, la contaminación del aire "debería abordarse como un problema sanitario de primer orden", ya que, tal y como señala la Agencia Europea de Medio Ambiente, cada año fallecen prematuramente 25.000 personas en España por enfermedades agravadas por la mala calidad del aire, 10.000 de ellas en episodios de alta contaminación, según el Instituto de Salud Carlos III.

Además, "los costes sanitarios y laborales derivados de la contaminación atmosférica representan según el Banco Mundial 50.000 millones de dólares al año, un 3,5 % del PIB español, sin considerar el coste de los daños provocados sobre los cultivos y los ecosistemas naturales".

A su juicio, "la información a la ciudadanía por las administraciones públicas no es ni adecuada ni ajustada a la gravedad del problema", y "el Eurobarómetro sobre la calidad del aire de abril de 2022 revela que el 61 % de los españoles se consideran mal o nada informados".

"Los Planes de Mejora de la Calidad del Aire son obligatorios según la legislación vigente, pero una decena de Comunidades Autónomas siguen incumpliendo su obligación de elaborarlos para rebajar el ozono en las zonas donde se exceden los objetivos legales. A instancias de Ecologistas en Acción, el Tribunal Superior de Justicia de Navarra ha condenado al Gobierno foral a elaborar un plan de lucha contra el ozono, en La Ribera", han apuntado.

Para Ecologistas en Acción, "la única forma de mejorar la calidad del aire en las ciudades es disminuir el tráfico motorizado, potenciando la movilidad activa peatonal y ciclista y el transporte público limpio". También es necesario, a su juicio, "promover el ahorro energético, adoptar las mejores técnicas industriales disponibles, cerrar las centrales térmicas de combustibles fósiles, penalizar el diésel, reducir el uso del avión y una moratoria de las nuevas macrogranjas ganaderas".

"Vencido hace medio año el plazo para que todas las ciudades de más de 50.000 habitantes establezcan zonas de bajas emisiones, para mejorar la calidad del aire y mitigar el cambio climático, pocas han cumplido esta obligación legal, pese a los abundantes fondos públicos que están recibiendo para ello", han subrayado, tras pedir a los nuevos alcaldes "que prioricen la salud de sus vecinos sobre cálculos electorales poco justificados".  

PARTÍCULAS EN SUSPENSIÓN: ¿QUÉ SÓN?

El índice de calidad de aire se basa en cinco contaminantes clave que son perjudiciales para la salud de las personas y el medioambiente: partículas en suspensión (PM2,5 y PM10), ozono troposférico (O3), dióxido de nitrógeno (NO2) y dióxido de azufre (SO2).

La contaminación atmosférica por material particulado se define como la alteración de la composición natural de la atmósfera como consecuencia de la entrada en suspensión de partículas, ya sea por causas naturales o por la acción del hombre (causas antropogénicas). Los efectos de la contaminación por material particulado han sido demostrados en diferentes ámbitos, entre los cuales destacan la salud humana, el clima y los ecosistemas.

Las partículas en suspensión afectan principalmente a nuestro sistema respiratorio. Cuanto mayor es el tamaño de las partículas más aguas arriba del circuito respiratorio son retenidas, así pues las de mayor tamaño se retienen en las vías superiores, primeramente en la nariz, otras son retenidas en la garganta, otras de menor tamaño en los bronquios, otras llegan hasta los alvéolos pulmonares y finalmente las más finas (0,1 micras) pueden pasar directamente a la sangre sin que nada las haya retenido en su largo trayecto. Por lo tanto puede afirmarse que cuanto menor es el tamaño de las partículas mayor es su peligrosidad.

Los efectos dependen de la cantidad de partículas inhaladas a lo largo del tiempo y van desde dolencias cardiovasculares, a cáncer de pulmón, enfermedades obstructivas, ictus, etc.

Hay cálculos estadísticos que estiman en varios meses (8 a 10) la reducción en la esperanza de vida debido a la inhalación de partículas en suspensión de la población que habita en ciudades con altas concentraciones de este contaminante.

El material particulado atmosférico engloba una gran variedad de compuestos que varían ampliamente tanto en sus características físico-químicas, como en su origen y vías de formación, y por tanto en sus efectos sobre la salud y el medio ambiente.

La normativa y los métodos de muestreo se centran en el tamaño de las partículas, ya que resulta ser el principal factor limitante para la mayor o menor penetración en las vías respiratorias. Por ello, las redes de control llevan a cabo la determinación de aquellas partículas de menos de 10 µm de diámetro, denominadas PM10, que son las que presentan una mayor capacidad de acceso a las vías respiratorias y por lo tanto mayor afección a las mismas. Dentro de la fracción PM10, las partículas más pequeñas (menores de 2,5 µm, PM2,5) se depositan en los alvéolos, la parte más profunda del sistema respiratorio, quedando atrapadas y pudiendo generar efectos más severos sobre la salud.

Asimismo, dependiendo de su tamaño, las partículas se comportan de manera distinta en la atmósfera: las más pequeñas se pueden mantener suspendidas durante largos periodos y viajar cientos de kilómetros mientras que las partículas más grandes no se sostienen en el aire mucho tiempo y tienden a depositarse más cerca de su lugar de origen.

En general, la parte gruesa de las PM10 se compone en buena medida de partículas primarias emitidas directamente a la atmósfera tanto por fenómenos naturales (incendios forestales o emisiones volcánicas) como por las actividades humanas (labores agrícolas o de construcción, resuspensión de polvo, actividades industriales, etc.). Las partículas finas o PM2,5, por el contrario, suelen estar compuestas principalmente por partículas secundarias formadas en la atmósfera a partir de un precursor gaseoso (NOx, SO2, COV, NH3, etc.) mediante procesos químicos o por reacciones en fase líquida.