Joy Ogbeide es otra de tantas mujeres nigerianas que viajaron a Europa para ayudar a que su familia saliera de la precariedad. Estaba a punto de entrar en la universidad cuando su madre le pidió que viajara a España para ayudar a sus hermanos. Su padre había muerto y apenas tenían recursos.

“Pensé que Europa iba a ser un lugar excepcional y resultó ser todo lo contrario. Las leyes no me permitían obtener un permiso de residencia y no conocía el idioma. Y no tenía tiempo para estudiar porque mi madre quería que trabajara”, asegura. Muchas personas le presionaron para que entrara en el negocio de la prostitución. Joy se negó rotundamente: “Me supliqué y me dije a mí misma ‘no lo hagas’, pero, cuando me mudé a Barcelona con un familiar, me echaron de casa por no acostarme con un amigo suyo a cambio de dinero. Me ofrecían la prostitución como única salida”, confiesa. El tiempo hizo que Joy se sintiera como el resto de las víctimas (de trata aunque no ejerciera la prostitución) pero llegó un momento en el que tuvo el arrojo suficiente para decidir escapar. Comenzó un negocio de trenzas y, de hecho, según cuenta, “muchas de mis clientas eran otras mujeres que estaban siendo prostituidas y me contaron la crudeza de sus historias”. En ese momento, comprendió que “nunca me dejaría prostituir”. Desde hace un tiempo es una de las agentes de cambio de Acción Contra la Trata: “Queremos reflejar la discriminación que sufrimos las mujeres y nuestra lucha. Damos voz y valentía a muchas de las víctimas que están padeciendo este proceso”, asevera.

A pesar de la seguridad que Joy manifiesta, en ocasiones contar su experiencia se convierte en una tarea ardua a la que se debe enfrentar por sororidad hacia sus compañeras: “Cuando hablo se me remueve todo. Estoy abriendo una herida de un momento en el que el pánico protagonizaba mi vida. De vez en cuando vuelve, aunque pensaba que ya lo había superado”. Sin embargo, ella considera que contar su historia “merece la pena porque es una forma de sensibilización para que se entienda que la violencia hacia la mujer con fines de explotación sexual es algo tan real que nos afecta directamente a todas las mujeres. No solo porque nos puede pasar a cualquiera, que también, sino porque además el cómo tratan a otras mujeres es algo que nos afecta a todas las mujeres. Todas somos vistas como objeto de consumo”, expone.

Además de ser agente de cambio. Joy es también mediadora de la asociación, trabajo que, por un lado, le ha facilitado el acceso a la comunicación con otras mujeres y, por otro lado, le ha ofrecido un espacio seguro donde poder dedicarse a una de sus pasiones: cantar: “Mi sueño es inspirar a todas las mujeres a través de mis canciones”.

El Foro Navarro Contra la Trata atendió en 2022 el año pasado a 118 mujeres como víctimas de trata con fines de explotación sexual, según los indicadores de los diferentes colectivos e instituciones. Acción contra la Trata ha registrado solo este año 20 nuevas atenciones. “Tengo en mi mano la posibilidad de contar a todas estas mujeres mi vida, ahora, como superviviente. Todo el proceso de transformación que he hecho y todo el que me queda hasta sanar del todo. Estoy feliz por poder ser esa voz”, concluye. La voz de Joy Ogbeide clama de forma clara y fuerte para demostrar que después de la trata hay otra vida. Y una mano tendida.