Ana Mª Echeverría invierte tres horas y recorre más de 80 kilómetros cada mes para donar sangre. No lo tiene tan fácil como quien vive en Pamplona y tiene el Banco de Sangre a un paso de su casa, pero asegura que lo que hace “es un esfuerzo mínimo”. “Ir a donar a Pamplona me cuesta unas tres horas, pero lo hago encantada, me hace mucha ilusión donar plasma por aféresis porque, no sé si se salvarán vidas, pero seguro que se ayuda a otra persona. Además, ¿qué son tres horas en un mes?”, relata.

Ana Mª se hizo donante con 20 años, “vino el autobús del Banco de Sangre a Estella y empecé a donar”, recuerda. Pero después, los embarazos de sus dos hijos y la anemia paralizaron sus donaciones durante una década, hasta que en 2020 retomó su faceta de donante. “Mi hijo empezó la universidad y como con la pandemia no había tantos autobuses lo llevaba yo a Pamplona. Entonces decidí aprovechar el viaje e ir al Banco de Sangre a donar. Volver a hacerlo me hacía mucha ilusión. Después mi hijo ya se fue a vivir a Pamplona y entonces ahora voy cada mes a donar por aféresis. A veces aprovecho para hacer recados y otras veces voy únicamente para donar”, relata Ana Mª.

Para ella, donar es un acto altruista que cuesta muy poco y que genera una gran satisfacción. Quizá ella está especialmente sensibilizada, pues conoció de cerca la importancia de la sangre: “Mi padre vivió mucho tiempo gracias a las transfusiones, gracias a que otra persona dono su sangre. Entonces, ahora también lo veo como un acto para devolver ese favor”.

Además, Ana Mª es una de las mejores embajadoras del Banco de Sangre, ya que anima a todo el mundo, especialmente a la gente joven, a hacerse donante. “Mi hijo mayor también dona sangre y la pequeña está esperando a cumplir los 18 para hacerse donante. No cuesta nada y es algo que creo que es muy importante”, sostiene.