Joaquín Roncal nació en Puente la Reina/Gares tal día como hoy de 1913. El 26 de enero de 1937, cuando contaba con 23 años de edad, fue asesinado en Pamplona. La suya fue una de las últimas ejecuciones derivadas de la violencia fascista desatada en nuestra tierra a partir del 19 de julio de 1936. Dada la posición acomodada de la familia de Roncal, muy probablemente este hecho habría causado conmoción en algunas conciencias de aquella Pamplona “de bien”, que respaldó de una u otra manera el éxito del golpe militar.

La habitual presencia de Joaquín Roncal en los ambientes culturales y artísticos de la capital le permitió tejer una amplia red de contactos que, sin embargo, no le ayudarían a librar su suerte, señalado como estaba por su significación política de izquierdas y sus avanzadas ideas para aquella Pamplona “meapilas”.

Desde su posición como secretario de la FETE (Federación de Trabajadores de la Enseñanza) y del Ateneo Navarro, enviaba a la prensa notas informativas de las actividades de estos organismos; además de artículos con su firma exponiendo sus teorías sobre el naturismo, el nudismo, el vegetarianismo, el anarquismo o el antimilitarismo. Conceptos fuera de lugar para la pacata mentalidad de quienes quisieron erradicarlas, construyendo un país cimentado en el nacional-catolicismo que perduró durante la dictadura franquista. Como defensor de estas ideas avanzadas, el bueno de Joaquín estorbaba y, así, alguien decidió que ya había vivido lo suficiente.

Los Roncal-Lasantas, una familia culta y con inquietudes pedagógicas

Joaquín Roncal provenía de una familia con inquietudes culturales y pedagógicas. Sus padres, Eusebio Roncal y Facunda Lasantas, practicante él y maestra ella, se establecieron durante un tiempo, por razones de trabajo, en Gares. Allí nació Joaquín, su único hijo.

Eusebio regentaba una barbería en la localidad mientras que Facunda ejerció su profesión de maestra en distintos destinos, como Munian, Guirguillano y, finalmente, Anoz-Lete, antes de solicitar la jubilación anticipada por enfermedad.

Con el inicio de la Segunda República, Eusebio fue contratado en el Banco Popular de Pamplona, por lo que la familia se estableció en la capital, en la calle Calderería, 34, 3º. Sus continuos viajes a San Sebastián o Gares aparecen reflejados en Diario de Navarra, periódico del que Eusebio había sido corresponsal en alguna de las localidades donde vivieron.

Joaquín destacó desde pequeño en las artes plásticas, llegando a recibir un premio en la Escuela de Artes y Oficios. Tras su paso por el instituto optó por seguir los pasos de su madre, ingresando en la Escuela de Magisterio donde se graduó en mayo de 1931 junto a un centenar de compañeros y compañeras. Un mes antes, coincidiendo con el día de su 18 cumpleaños, se proclamaba la Segunda República y se abría un periodo en el que los soñadores e idealistas como Joaquín vieron la oportunidad de avanzar en lo social, en lo político y en las libertades individuales.

Desde joven aparece vinculado al Ateneo, participando en las actividades del mismo, y a la FETE, adscrita a la UGT, donde también tomaba parte activamente. En agosto de 1934 fue nombrado secretario de la entidad mientras su compañero Sixto Alonso Burgui ejercía como presidente. Profesionalmente ejerció como maestro interino y entró en las listas de selección de maestros en 1936.

Ateneo, asalto, 19 de julio, AMP.

Escritor y divulgador de teorías como el naturismo, el vegetarianismo, el nudismo o el pacifismo, publicó diversos trabajos en medios como el semanario ¡Trabajadores!, La Voz de Navarra o la revista Pentalfa, editada en Barcelona; varios artículos con su firma cuyos títulos evidencian sus postulados: “Los maestros al servicio de la paz”, “Abajo la guerra”, “El verdadero sendero de la vida”, “La Escuela proletaria”, etc.

Roncal también participó activamente en obras teatrales con el grupo “La Farándula”, formado por jóvenes socialistas, y en programas de Radio y pequeñas obras musicales.

Entre sus fuentes ideológicas encontramos a los clásicos griegos de la filosofía; en el ámbito educativo, al pedagogo Rodolfo Llopis (destacado socialista cofundador de la UGT); en el de la salud, al médico cubano Juan Antiga, o al francés Pischinger, y en el naturismo, a Nicolás Capo, impulsor de esta ideología en Cataluña, editor de la revista Pentalfa y también del único libro firmado por nuestro personaje con el sugerente título, ¿Queréis vivir muchos años? El libro para todos (Barcelona, 1935), a la venta al precio de 1 peseta. Un libro que en manos de quienes promovieron su asesinato resultaría una macabra paradoja.

El ideario de Roncal era cercano al mundo libertario del grupo de Nicolás Capo en Barcelona, que entendía el naturismo como el equilibrio perfecto con la vida; una ideología también seguida por el médico alavésIsaac Puente (asesinado en Pancorbo en 1936) quien, según Federica Montseny, Ministra de Sanidad y Asuntos Sociales en 1936 y 1937, fue el “principal inspirador de los logros colectivos de la Segunda República”.

Los Indios del Arga, práctica nudista en Iruña

“Cuatro dedos de tela mojada ceñida en la línea infraecuatorial del humano esqueleto” es lo único que apreciaba Remigio de Ibayondo en aquellos cuerpos semidesnudos de los bañistas en el Arga. Y era tal el pudor, la vergüenza que sentía en aquellos calurosos días de San Fermín de 1935 que decidió denunciar los hechos en una carta publicada en Diario de Navarra. “¿Quién vencerá, la ciencia o la superstición? Los amigos de la vieja moral son los únicos que nos combaten (…) Debieran tener otro concepto de la libre exposición del cuerpo al sol con fines de salud y de regeneración física y moral” fue la réplica, en ¡Trabajadores!, del “Capitán de los Indios del Arga”. En el mismo texto informaba que hacía dos años venían acudiendo “a las orillas de nuestro simpático Arga; hoy somos muchos los que lo frecuentamos”.

La práctica del nudismo es una tradición tan natural y antigua como la propia evidencia natural lo demuestra. A pesar de Ibayondo los propios cristianos la han ejercido y ejercen con naturalidad, y en verano se practica de manera habitual en los parques de Berlín, en otras ciudades del norte europeo, en el campo y las playas. En Iruña, ya en los años 20 del siglo pasado, con la llegada de los alemanes, y según testimonios como los de Patxi Fernández Orreo o Felisa Guerendiain, se ponía en práctica de una manera más o menos militante, rebelde, como cosa de la chavalería o como se quiera contar. No es de extrañar que escuadrones armados, Pelayos de la nueva moral, a partir del 19 de julio de 1936 decidieran sacar del río a mujeres y a personas semi-desnudas en las inmediaciones del Club Natación.

Aquellos practicantes del nudismo tenían en “La ciencia biológica moderna”, que recomendaba los baños de sol al desnudo, a un estudioso y teórico del tema. Quien firmaba la réplica a Ibayondo, era J. R. L., “Capitán de los Indios del Arga”; sin duda, Joaquín Roncal Lasantas.

Representación de ‘La Farándula’ en el Ateneo, 13.3.1934.

Ateneo Navarro, oasis cultural en una Pamplona gris

El Ateneo se constituye en Pamplona como entidad cultural, tras una primera reunión de la comisión organizadora que tiene lugar el 12 de mayo de 1932 en el Paraninfo del Instituto Provincial de Segunda Enseñanza. En su Reglamento se subrayan las disciplinas y actividades científicas, artísticas y culturales que pretenden desarrollar, excluyendo, al mismo tiempo, los posicionamientos políticos. Cuenta con un Patronato integrado, entre otros, por Ana María Sanz Huarte y Arturo Campión. El médico Victoriano Juaristi fue el primer presidente de la entidad cuya Junta Directiva estaba integrada por personas de variado espectro ideológico, englobados como liberales con una tendencia hacia posiciones de derecha. Su primera sede fue el Colegio Oficial de Médicos en la Calle Zapatería, 40.

Gracias a las subvenciones del “Consejo de Cultura”, a las numerosas adhesiones conseguidas, a sus más de 155 socios y 25 socias, actividades, conferencias, programas de radio, se hicieron poco después, en septiembre de 1933, con un local en condiciones, en la segunda planta del edificio que ocupaba el Café Suizo, en la Plaza de La República, 37. El recinto disponía de una biblioteca (con 2.000 obras donadas por Serapio Huici), y varias salas y despachos. Contaba con un conserje, un botones y una mujer de la limpieza; el personal del Café Suizo se encargaba de servir comidas y bebidas.

Según el testimonio de Pablo Roch, uno de sus fundadores, convivían en la entidad dos tendencias: una de derechas, personificada por el grupo de teatro “El lebrel blanco” y otra de izquierdas, representada por “La Farándula”, integrada, entre otros, por Joaquín Roncal, su director, y por él mismo. Lo cierto es que al “Lebrel”, según el periodista falangista Rafael García Serrano, también pertenecía algún izquierdista como Ramón Húder.

Pablo era una de las voces habituales de los recitales de poesía. Joaquín Roncal glosaba así en La Voz de Navarra su intervención en el Ateneo en la “agradable velada” del 9 de mayo de 1.935: “Posee fino temperamento artístico, recitó bellas poesías que el público premió con calurosas ovaciones”. Desde la cancelación del Ateneo, Pablo Roch no volvería a participar en ningún otro recital, según contó a la revista Punto y Hora de Euskal Herria en 1979. Pablo regentó el Café Roch de la familia, euskaldun, fue encarcelado por recitar poemas en euskera,su local era un lugar de encuentro para mucha gente la muga, además fue una de las primera personas abiertamente homosexual de Iruña.

En el Ateneo coexistían personajes variopintos como Rafael Aizpún, vicepresidente de la entidad en 1932, más tarde diputado y ministro de la CEDA, con republicanos de izquierdas (los hermanos Cayuela, Bengaray, García Fresca, etc), nuestro protagonista, Joaquín Roncal, secretario del Ateneo y más tarde directivo, o Blanca Bejarano, única mujer en la dirección.

Es difícil determinar el papel e influencia que pudo jugar el Ateneo y sus más de cincuenta actividades culturales al año en aquella sociedad pamplonesa conservadora y tradicionalista, como foro de participación hacia posiciones más o menos abiertas a nuevas ideas, al progreso como las que podía representar Joaquín, aún así, la tuvo, como veremos.

Más de doscientas conferenciantes intervinieron en los diferentes eventos programados por la entidad. El más prolífico fue Victoriano Juaristi, con 14 conferencias, seguido por Joaquín, con seis ponencias: “Seamos contrarios a la guerra”, “Mi visión acerca de la mujer moderna”, dos más relacionadas con la infancia y los campos de verano, ofrecida junto a la pianista y maestra de música, María Del Hoyo, con un grupo de jóvenes estudiantes a los coros, y las dos últimas: “Fraternidad escolar” y “Qué son los libros”, ambas presentadas el 10 de junio de 1936, en el marco de la primera Feria del Libro de Iruña.

Un mes después, el 21 de julio, Joaquín sería detenido e ingresado en la prisión de Pamplona.

La poesía y los libros prohibidos

Dos días, antes, el 19 de julio, los golpistas arremeten contra la sede de Izquierda Republicana-Frente Popular, candidatura para la que Joaquín, junto a su compañero Calixto, había pedido el voto a todo el magisterio a través de una carta publicada en prensa. La sede del partido estaba situada en la primera planta del mismo edificio del Ateneo, y ambos locales son asaltados, saqueados y clausurados por requetés y falangistas. Desde los balcones se arrojan libros, banderas, cuadros y efigies para ser más tarde quemados en la hoguera. Según relato del escritor Miguel Sánchez Ostiz, el botones del Ateneo, Amezketa, avisó a José María Huarte a tiempo para salvar algunos libros y una cámara de cine y guardarlas en el Palacio de la Diputación.

Hemos cruzado los datos de la lista de socios de 1933 y, además de Joaquín, puesto en “libertad” el 26 de enero de 1937, diez días después del fallecimiento de su madre y después de seis meses encarcelado, para, finalmente, ser vilmente asesinado en Pamplona. Idéntica suerte corrieron otros seis socios: Ramón Bengaray, Juan Etxepare, Félix Luri, Ramón Húder, Santiago y Natalio Cayuela, todos ellos ateneistas asesinados. Directivos como Leoncio Urabayen, Gregorio Valencia, Manuel Saralegui, Vicente Villumbrales o la ya mencionada Blanca Bermejo sufrieron las consecuencias de la represión de una u otra manera, al igual que otros socios como José Aguerre, Juan Arrieta, Juan Aldave, Santiago Cunchillos, Serapio Esparza, Antonio García Fresca, Salvador Goñi, Juan Ignacio Irujo, Félix Larequi, Jose María Larrat y Tomás López Sellés. Algunos fueron encarcelados y/o inhabilitados, otros escaparon, se exiliaron o murieron en el frente como el Capitán de las Milicias Vascas Antifascistas, Xabier de Frutos Vida.

Joaquín sostenía que con las leyes del naturismo (ejercicio físico, el cuidado, la higiene, dieta vegetariana, abstinencia del alcohol, …) se podían vivir 110 años. De esta manera, si no lo hubieran matado, quizás habría llegado a nuestros días y, sin duda, con orgullo habría vivido el auge del movimiento social insumiso y antimilitarista de los años 90 en su tierra; el mejor tributo y homenaje a su legado.