La Asesoría de Convivencia del Departamento de Educación ha atendido en los primeros ocho meses de este curso 102 casos de bullying y quince de ciberacoso, unas cifras que constatan un repunte con respecto a 2022-23 cuando se gestionaron 94 casos de acoso escolar y 14 de ciberbullying. Buena parte de los casos se dan en 5º y 6º de Primaria (10-12 años) si bien los procesos en Secundaria suelen ser más graves, ya que hay “mayor intencionalidad y conciencia de lo que se hace”. Ahora bien, tal y como recalca Itziar Irazabal, jefa de Igualdad y Convivencia del Departamento, estos datos “están sesgados” ya que hay centros educativos que abren protocolos de acoso “pero no solicitan nuestro asesoramiento, lo que no significa que no actúen sino que tienen la suficiente autonomía para saber qué pasos dar”. Eso sí, los centros están obligados a notificar a Inspección Educativa la apertura de todo protocolo de acoso.

En el Día Internacional contra el Acoso Escolar, el Departamento de Educación aboga por incidir en la necesidad de poner el foco en la prevención y la promoción de buenas prácticas. “La escuela tiene que insistir en ofrecer espacios para pensar en el otro. En promover el buen trato, en tener buenas habilidades comunicativas, en trabajar la empatía para ponernos en el lugar del otro cuando hacemos daño...”, explica Irazabal. Ahora bien, la responsable de Convivencia también hace autocrítica. “Hace unos años se impartió mucha formación sobre acoso y se dio al profesorado herramientas para identificarlo. Ahora nos hemos centrado más en la prevención y la promoción y quizá hemos dejado un poco de lado lo otro. Hay que volver a recordar cuáles son las características para categorizar unas situaciones como acoso. Las cosas tienen su nombre y cuando hay evidencias, aunque a los centros les cueste decirlo, hay que llamarle acoso”, reflexiona. 

“Hay que poner el foco en prevenir pero también hay que educar frente a la violencia para que, si llega, el alumnado o las familias tengan herramientas para afrontarla”, remarca.

Acoso vs conflicto

¿Y cómo se distingue una situación de conflicto con el bullying? “Si se mantiene en el tiempo, existe un abuso de poder y se ejercen diferentes tipos de violencia estaríamos ante un caso de acoso”, afirma Irazabal, que también ve clave poner el foco “en aquellos escolares que no dan guerra, que están muy callados, Muchos no se atreven a pedir ayuda porque están siendo machacados y socialmente genera muchos problemas que pueden llevar a un gran malestar psicológico”. 

La responsable de Convivencia “no ve tan mal” que aumenten los casos que llegan a la Asesoría ya que, dice, significa que hay más visibilización y concienciación. “Si hubiera un repunte de casos de acoso que han sido concluyentes sería preocupante, pero la mayoría no lo son. Los protocolos abren la vía para trabajar sobre el tema. Usamos mucho los círculos restaurativos para las personas que acosan, a los que la escuela también debe dar una respuesta”, afirma Irazabal y añade: “la escuela debe dar espacio para que el que quiera hablar, hable, para que si alguien ve que un amigo o amiga está sufriendo y no puede hablar lo cuente sin parecer que se está chivando. Al contrario, debe saber que está ayudando”.

Ciberacoso, más difícil de detectar en la escuela

En cuanto a los escasos casos de ciberacoso que llegan a la Asesoría, Irazabal cree que “muchos comienzan en las redes pero terminan visualizándose en la escuela y se abordan como casos de acoso”. El protocolo es similar. “La única diferencia es que cuando es on line hay que asegurar que esas imágenes no sigan siendo difundidas y ahí nosotras, como Educación, poco podemos hacer. Entra en acción la Brigada Asistencial de Policía Foral”, asegura Irazabal, que añade que “los pocos casos de ciberacoso puros que tenemos proceden de las familias. En las escuelas, como los móviles no están permitidos, es más difícil detectarlo. Se nos escapan muchos datos, lo que no significa que no haya. Sin embargo, el acoso ocurre en horario lectivo”. l