Un joven pamplonés de 35 años fue juzgado ayer en la Sección Primera de la Audiencia navarra acusado de un delito de agresión sexual a una mujer a la salida de un bar en los No Sanfermines de 2021. Ambos se habían conocido esa misma tarde mientras tomaban algo como alternativa a la no celebración de aquel Chupinazo marcado aún por la pandemia. Luego, acudieron en compañía de un grupo de amigos al local de una peña a continuar la fiesta. Fue al salir la mujer de dicho local cuando se produjo la agresión que denuncia. El acusado declaró que no recordaba nada de aquella noche, porque había bebido mucho y consumido cocaína, pero que no tuvo la percepción de que ocurriera “nada extraño”.

La Fiscalía le pide 9 años de prisión por violación y la denunciante renunció a cualquier indemnización a pesar de que el procesado ha consignado 3.000 euros para una posible responsabilidad civil. 

La mujer, como ya había denunciado en la Policía Foral y en el juzgado de instrucción, ratificó ayer en la vista oral que el joven, con el que había estado bebiendo y bailando “de forma cariñosa y sensual” en el interior del bar, según los testigos, le siguió hasta la calle cuando ella estaba llamando a un taxi para irse a casa. Fue entonces cuando relató que él se le acercó por detrás, le metió la mano por dentro del pantalón y de la ropa interior y después de unos segundos ella pudo zafarse de él. Debido al forcejeo, ella dijo que se le rompieron dos hebillas del pantalón que vestía. Dicha prenda, al igual que la ropa interior, fueron analizadas en el laboratorio para encontrar rastros de ADN de origen masculino, si bien es cierto que el encausado se negó en un primer momento a que se le tomaran muestras, recordó el fiscal en su alegato. En ambas ropas se hallaron marcadores de un perfil genético que coincide con el del acusado.

El testigo

Antes de formular la denuncia, la víctima estuvo hablando por teléfono con un amigo del acusado para buscar alguna explicación a lo ocurrido y este interpretó que buscaba un intento de extorsión. “Ella me dijo que mi amigo la había estado toqueteando en la calle, que le había puesto los dientes en su parte genital y que había que arreglarlo. Me insistía en que había que arreglarlo y por eso pensé en la extorsión”. Este mismo testigo declaró en la sala que, durante la noche de los hechos, llegó a pensar en algún momento que la mujer era trabajadora sexual “porque tenía mucha cercanía e intimidad con todos aunque no teníamos ninguna relación con ella. Sí que es verdad que con él (acusado) bailaba más pegado”.

La versión del procesado

El procesado explicó que aquella tarde de 6 de julio de 2021 habían estado almorzando y bebiendo en la terraza de un bar del barrio de San Juan. Lo hizo en compañía de dos amigos y otros conocidos y tuvieron un pequeño incidente con una sombrilla con una mesa ocupada por mujeres, entre ellas la víctima, y que estaban sentadas al lado. Tras solucionarse el malentendido, estuvieron hablando y bebiendo juntos y la víctima decidió acudir junto al acusado y otras personas más al local de una peña. Eran tiempos Covid, los bares cerraban pronto y una de las jóvenes que se encontraba en la terraza ofreció el local para continuar la fiesta. “Estuvimos dentro del bar, exaltados, borrachos, y yo estuve bailando con la mujer, agarrándonos y tocándonos. Llegó un momento en el que pensé que llevaba mucho alcohol, que pensé en mi pareja y que decidí apartarme un poco porque parecía que ella quería algo más. Creo que eso fue un punto de inflexión porque ya no hubo tanta cercanía y ahí ya tengo alguna laguna. Pero no ocurrió nada como lo que ella dice que ocurrió”.

La denunciante

La denunciante ofreció una versión similar de lo ocurrido antes de los hechos denunciados, pero que difiere en lo crucial del relato. “Estuvimos dentro del bar bailando de forma un poco sensual. Creo que él estaba muy borracho y pensó en algún momento que yo quería algo. Llegó un momento en el que estaba muy cansada y decidí salir fuera para pedir un taxi. No me cogieron y volví dentro. Estuve un rato hablando con otro chico y salí otra vez para ver si podía pedir el taxi. Entonces, él vino a abrazarme y a besarme por detrás. Me agarró, me metió dos dedos, yo me resistí y al intentar irme, me siguió tirando y me rompió el pantalón”. A continuación, la mujer fue atendida, según dijo, por una pareja que la observó en la calle muy llorosa. Luego bajó a casa en taxi, aunque no constaban servicios en taxi aquella noche desde esa zona a su domicilio.

Al día siguiente por la tarde, pidió otro taxi para que le llevara a otro punto de la ciudad. Fue en dicho trayecto cuando le comentó al taxista que la noche anterior le había sido imposible coger un vehículo y que durante la espera habían intentado violarla. El taxista le respondió que entonces habría denunciado lo ocurrido y ella dijo que no, porque no tenía papeles. Entonces, el conductor, que afirmó que ella estaba “rota, llorando”, le preguntó si quería que la dejara en la comisaría de Beloso. Y así la convenció y terminó denunciando.