El autor confeso del acuchillamiento mortal de Alfredo Ogando, el principal acusado en el juicio y que se enfrenta a 20 años de prisión por un delito de asesinato, Yaronkys Miguel Jiménez Pérez, telefoneó desde el centro penitenciario de Pamplona al menos en cuatro ocasiones a la viuda de la víctima a escasos días de que empezara la vista oral que se está celebrando con jurado popular en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Navarra. Tres de las llamadas se produjeron a partir de las 22.30 horas y otra a primera hora de la mañana del día siguiente. Así lo declaró la viuda de Gualey al declarar en el juicio, donde añadió que había denunciado estos hechos ante la Policía Foral. La mujer solo respondió a una de las llamadas. El acusado le manifestó entonces que “no le colgara el móvil, que necesitaba que le perdonara”. En otro momento, dijo del procesado que pensaba “que era mi amigo, pero terminó siendo lo que es”.

La viuda, que tenía cuatro hijos con el fallecido, al que conoció en 2005 en Madrid con otra identidad falsa debido a que había sido condenado por tráfico de drogas, manifestó que desde que ocurrieron los hechos trata de que sus hijos “vivan aislados de todo, de las redes sociales sobre todo”, porque “me he tenido que tragar muchas burlas y calumnias en todo este tiempo. Desde el minuto uno se han puesto a difamarme”, relató, a la vez que aseguró que mi marido “no era la mejor persona del mundo, pero no merecía la brutalidad que estas personas han hecho. Era el mejor padre que la vida le podía dar a mis hijos”. 

La viuda de la víctima precisó que no había tenido ninguna relación sentimental con el principal acusado, sino que solo tuvieron contacto íntimo en una ocasión. Afirmó que antes de la pandemia, Gualey y ella querían regresar a la República Dominicana, pero al llegar el Covid se hizo imposible. Reconoció que su marido y el padre del acusado mantenían un negocio común y que en la pandemia Yaronknys la visitaba en su casa para que le entregara paquetes cada 15 ó 30 días. “Yo no sabía si era droga. Le entregaba los paquetes y no sabía más. En una ocasión fui a su casa a que me diera dinero”. Entonces, la defensa le preguntó si ella comparte la idea de que a su marido lo asesinaron no por celos sino para desbancarle del tráfico de drogas una vez que había regresado desde la República Dominicana a Pamplona. “Creo que sí. Acostarme con él no justifica lo que le han hecho”. Sobre la acusada, mujer de Yaronknys, manifestó que no sabía nada de que pudiera tener una relación con su esposo, pero “él sí me decía que esta chica le seguía a muchas partes”. 

En el juicio también declaró la madrastra de Yaronknys que reconoció a preguntas de la Fiscalía que este y su padre han sido condenados recientemente por tráfico de drogas. 

Ella gritaba que “lo han matado”

Declaración. En la cuarta sesión del juicio por el crimen de Villava declaró una joven que estaba hospedada en el hotel Villava la noche de los hechos. A la hora del crimen, ella estaba sentada en las escaleras de acceso al hotel, fumando y viendo el móvil. Afirmó que vio llegar primero a la principal acusada y que esta preguntó por el precio de una habitación y luego se marchó a la calle. Luego escuchó muchos gritos, un coche que salía a toda pastilla y la mujer que regresaba del lugar con el vestido, las manos y la cara ensangrentada. Esta testigo manifestó que la acusada decía que “lo han matado” o que “lo matan” y que eso fue lo que dijo cuando fue al hotel pedir ayuda para llamar a la Policía y que lo oyó también cuando gritaba en la calle.