La luz del Mediterráneo y el azul de sus cielos, en una ciudad donde el 75% de los días son soleados, es uno de los tesoros inmateriales de la ciudad de Túnez y sus alrededores. Y motivo probable, junto con su posición geográfica central en el mare Nostrum por el que todas las grandes civilizaciones de los últimos tres milenios se asentaron en la zona. 

Sabía que...

* Túnez capital está a dos horas en vuelo directo desde los aeropuertos vasconavarros, y a unos 1.300 kilómetros de distancia en línea recta, la misma que a Roma o Venecia, y varios cientos de kilómetros menos que Berlín, Múnich o las Islas Canarias.

* La moneda nacional es el dinar tunecino. Por euro se reciben 3,3 dinares. Hay casa de cambio en el aeropuerto y la ciudad, que ofrecen buenas tasas por la gran competencia. Para cambiar los dinares sobrantes por euros al terminar el viaje es necesario guardar el certificado del cambio.

* Teléfono: en el aeropuerto y el centro de la ciudad se pueden comprar tarjetas SIM con duración de un mes y hasta 5 gigas de datos por menos de 10 euros. Es recomendable que en el local te inserten la sim local y activen el servicio y así salir con el móvil funcionando en modo local.

* Transportes: Aunque los taxis llevan taxímetro, en ocasiones no los ponen a funcionar, por lo que es importante pactar el precio de antemano con el taxista o en el hotel. El centro de la ciudad, la Medina y la zona colonial francesa, se pueden recorrer caminando sin problema. La APP Bolt funciona en la ciudad, con precios algo superiores pero asequibles.

* Sitios webs: www.commune-carthage.gov.tn es la web oficial de la ciudad de Carthage, con información de todas las zonas arqueológicas, museos y atractivos turísticos. 

www.discovertunisia.com web oficial de turismo de Túnez

https://whc.unesco.org/en/list/37/ información de la UNESCO sobre la zona arqueológica de Cartago

* No hace falta visado para viajar a Túnez.

* Clima: el clima templado se extiende desde mediados de marzo hasta finales de junio, y desde septiembre a diciembre.

La combinación de su geografía afortunada y el impresionante legado que dejaron en la ciudad y sus alrededores los fenicios, romanos, árabes y europeos, convierten a Túnez capital en destino perfecto para una escapada urbana y cultural.

La Medina musulmana

Capital de la región desde el siglo XII, cuando los almohades la designaron como centro político de la zona, Túnez capital (denominada Tunis en francés para diferenciarlo del país denominada Tunisie) fue durante mucho tiempo la segunda ciudad más importante del norte de la África musulmana con sus más de 100.000 habitantes, solo por detrás de El Cairo. También uno de los principales centros comerciales del Mediterráneo donde fondeaban comerciantes italianos, franceses o árabes, así como las caravanas de mercaderes del Sahara.

La Mezquita Al Zeituna, epicentro de La Medina de Túnez, rodeada de comercios. Igor Galo

La medina, el casco histórico de la capital, fue designada como patrimonio de la humanidad por la Unesco desde 1979. Actualmente es un museo vivo y al aire libre, cuya vida se organiza en torno a la gran mezquita Zitouna (aceituna en árabe) que, levantada en el siglo IX, fue una de las primeras construidas en el Magreb. Aunque el acceso al interior no está permitido para no musulmanes, su minarete resulta de gran utilidad para que el viajero se oriente en sus paseos por los callejones laberínticos de la ciudad viejas.

Como ocurre tradicionalmente en las ciudades árabes, en torno a la mezquita principal se suelen encontrar los zocos más nobles, como aquellos dedicados a la joyería o la perfumería. En el caso de Túnez, y alrededor de la mezquita, destaca el zoco de El Attarine donde se pueden encontrar esencias de perfumes y colonias, siendo el producto estrella local los aceites de jazmín, la flor nacional. Otros zocos muy interesantes son el Ech-Chaouachine, especializado en la venta y fabricación de la Chechia, el tradicional gorro masculino generalmente de color rojo, y los zocos de El Berka, que en su día llegó a ser el lugar de compraventa de esclavos, o el de El Bey dedicado a los metales preciosos. 

Sin embargo hay muchos más, cada uno especializado en un gremio u oficio desde la fabricación de banderas a la marroquinería, pasando por alimentación o ropa de segunda mano. La mejor opción para disfrutar del ambiente y descubrir la dinámica social de la medina de Túnez es perderse por sus estrechas callejuelas irregulares que se extienden por 270 hectáreas, con la garantía casi absoluta de encontrarse con alguno de los 700 monumentos (mezquitas, palacios, madrases o mausoleos) que se conservan en la zona. 

El mausoleo de Tournet El Bey, el mayor de Túnez, alberga los restos de los soberanos de la dinastía local husainita. El edificio que combina influencias italianas, otomanas y locales, y es quizás uno de los monumentos más importante a nivel histórico. Reabierto el año pasado, es una visita muy recomendada para profundizar en la desconocida historia de esta región que a lo largo de la historia fue invadida por Carlos I, recibió a parte de los andalusíes expulsados por los Reyes Católicos, y fue refugio de piradas entre otros muchos visitantes que quedaron prendados de sus encantos.

Aunque toda la medina está llena de pequeños restaurantes de comida local y rápida, el Café Mrabet a pocos pasos de la mezquita Al-Zeituna es una joya por visitar. Abierto en el siglo XVII fue uno de los primeros en servir café en el norte de áfrica como bebida social, y no solo como medicina, siendo sus primeros clientes las tropas y políticos turcos que gobernaban en la época la ciudad. Popular por igual entre locales y viajeros, ofrecen desayunos y almuerzos típicos tanto en un salón interior de estilo musulmán como en una terraza con vista excelentes de los alrededores.

La ciudad moderna

No se encuentra lejos la Kashba de la ciudad, donde actualmente se localiza edificio del ayuntamiento de arquitectura moderna levantado sobre un antiguo fuerte de la dinastía Hafsi. La zona, sede de los principales edificios gubernamentales del país, ofrece una panorámica amplia de la ciudad, tanto hacia el puerto marítimo de La Goulette, parada habitual de cruceros, como hacia el interior.

Y es que los atractivos de la capital de Túnez no se limitan a su medina musulmana. En su parte baja, frente a la Puerta de Francia (también conocida como Bab al-Bahr en árabe) en el límite del casco antiguo y en dirección al mar se extiende la urbe construida por los franceses durante la época del protectorado que se extendió desde 1881 hasta 1956. 

La Avenida de Francia y la Avenida Bourguiba son la columna vertebral de este barrio de edificios coloniales franceses, donde se encuentran los hoteles de mayor tamaño y la zona de negocios de la ciudad. Es también una zona de restaurantes, terrazas, teatros, tiendas, centros comerciales y quioscos de prensa donde, aunque a priori no hay grandes atractivos turísticos, resulta muy agradable pasear y es, además, una forma de palpar la realidad social tunecina del momento.

Mosaico romano en el Museo Nacional del Bardo, uno de los más importantes del mundo en las culturas mediterrénas. Igor Galo

Fuera de la Medina se encuentra también El Museo del Bardo, uno de los más importantes del mundo especializado en las culturas mediterráneas. Reabierto el año pasado, su colección abarca desde piezas fenicias hasta arte musulmán, pasando por el periodo romano, con una de las mejores colecciones de mosaicos del mundo. Una visita imprescindible, que es recomendable hacerla con algún guía para poder disfrutarla plenamente ante la falta de audioguías. La información se presenta en árabe, inglés y francés. (http://www.bardomuseum.tn/).

Cartago: púnica, romana y andalusí

Otra opción para bucear en la historia de la ciudad y sus alrededores es visitar la zona arqueológica de Cartago. A una decena escasa de kilómetros del centro de Túnez, y a orillas de un Mediterráneo de azul intenso, se levantó durante siglos la ciudad púnica de Cartago. Capital de un imperio marítimo que dominó el comercio en el este del Mare Nostrum tras derrotar a los griegos en Sicilia y Córcega, su derrota ante Roma en el siglo II a.C. supuso su destrucción casi total, aunque aún se pueden visitar el puerto y la ciudad púnica de Byrsa, además de testimonios de esta civilización en el Museo Nacional de Cartago. La herencia romana está mucho mejor conservada. El sitio arqueológico de Cartago, donde se conserva un anfiteatro o las Termas de Antonino son solo algunos de los puntos de interés que se encuentran en torno a la zona arqueológica de la localidad costera.

Detalle de una calle de Sidi Bou Said. Igor Galo

Pero no todo es arqueología en Cartago, ya que tres milenios después de que el rey cartaginense Amilcar gobernara gran parte del Mediterráneo desde su palacio de Cartago, estas mismas tierras siguen albergando la sede del poder local, ya que aquí se encuentra el Palacio Presidencial de Túnez, donde vive el presidente de la República.

En el actual municipio de Carthago, y en la vecina La Marsa, las antiguas villas romanas han sido sustituidas por viviendas de la clase media y alta actual de la capital tunecina. Justo en el límite de ambas localidades se encuentra Sidi Bou Said, población de casas blancas y azules fundada por los andalusíes expulsados por los Reyes Católicos, y destino tanto de viajeros internacionales como lugar de excursión de día de los tunecinos. Sus callejuelas y cuestas, sus tiendas de artesanía y sus restaurantes con espectaculares vistas al golfo de Túnez la han convertido en un lugar de visita muy recomendado.  

También cuenta con una pequeña playa que, justo con los más extensos arenales de La Marsa, hacen que la capital de Túnez sea al mismo tiempo un destino tan propicio para la historia y la cultura como para relajarse y darse un baño de mar la mayor parte del año. 

El Djem, anfiteatro romano del siglo II, y el segundo mayor del mundo tras el coliseo romano. Igor Galo

El senador romano Catón el viejo, ante las riquezas y poder que acumulaba Cartago hizo famosa la locución latina Carthago delenda est (Cartago Delenda Est), pero los propios romanos sucumbieron los encantos del lugar y levantaron sobre sus ruinas una nueva capital desde la que gobernar la provincia de Afriquiya. Lo mismo que hicieron posteriormente los gobernantes árabes en la cercana Túnez y más tarde la dirigentes franceses atraídos por la luz del Mediterráneo y su clima agradable. Afortunadamente, vivimos tiempos algo más pacíficos en los que es más fácil disfrutar de Túnez y Cartago, la metrópoli norteafricana de siglos de historia que se encuentra a tan solo dos horas de avión.