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El cubo de Rubik de la política vasca

Después de que, en las municipales de 2011, los partidos de la órbita de la izquierda abertzale se concentraran en Bildu, ahora se da el proceso contrario en las formaciones constitucionalistas, atomizadas en múltiples siglas

El cubo de Rubik de la política vasca

EL escenario político vasco parece condenado a dividirse en multitud de siglas que tienden a dispersar el voto e, incluso, a confundir al ciudadano a la hora de decidir a qué opción concede su apoyo. Este fenómeno, habitual desde la Transición y las primeras elecciones de la democracia, había afectado sobre todo a la izquierda abertzale y los partidos del espectro nacionalista, una situación que se ha atemperado desde los comicios municipales y forales de hace cuatro años con la integración de diversas formaciones en coaliciones como Bildu. Sin embargo, esa concentración de siglas consecuencia del fin de la violencia de ETA y de la legalización de partidos como Sortu, se ve ahora equilibrada por una atomización en el otro extremo de la balanza, el de los partidos constitucionalistas -al menos, parte de ellos- que se sitúan en torno a los ejes izquierda y derecha. La aparición de Podemos y de las plataformas ciudadanas adyacentes -en un complejo proceso de configuración que sigue en curso- viene a extender a las formaciones de izquierda un fenómeno que desde hace varios años se viene produciendo en la derecha con la presencia de UPyD, más Ciudadanos y Vox a nivel del Estado español.

Respecto a las causas de la actual fragmentación política por su flanco izquierdo, el profesor de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la UPV/EHU Txema Ramírez de la Piscina apunta a “la brutal fractura existente entre la clase política dirigente, sobre todo a nivel estatal, y la ciudadanía”. Una “crisis sistémica” que “ha hecho tambalear los pilares del estado del bienestar, históricas conquistas sociales y valores democráticos fundamentales”. Con el agravante de los innumerables casos de corrupción que azotan a España, “es absolutamente lógico que esa desconfianza ciudadana se encauce al margen de las dos fuerzas que, hasta ahora, han sido hegemónicas en el Estado: PP y PSOE”. Una dispersión del voto de la que, según él, se beneficiarán sobre todo Podemos y Ciudadanos.

En el caso de la CAV, esta novedosa situación puede dar lugar a una paradoja a juicio del catedrático de Comunicación de la UPV/EHU Ramón Zallo: que, pese a haber más protagonistas en el tablero político, las formaciones predominantes en el País Vasco se reduzcan de las actuales cuatro a solo tres. Tras apuntar que “PNV y Bildu no repetirán el mismo resultado porque hay más fuerzas en liza”, Zallo asegura a DEIA que la incógnita residirá en comprobar si Podemos “desplazará significativamente a las dos fuerzas más afectadas: el PP, que pagará los platos rotos de la política de Mariano Rajoy, y el PSE, que va a la baja”. Su vaticinio es que “podría haber tres fuerzas grandes frente al modelo de cuatro fuerzas que se daba aquí con PNV, Bildu, PSE y PP”. Según el catedrático, “emergería Podemos como tercera fuerza y perderían peso PSE y PP”, que serían “medianas”, junto a otras “más pequeñas” como UPyD y el espacio que ocupan Ezker Anitza y Ezker Batua. Por su parte, a Ciudadanos “no se le conocen raíces en el País Vasco”.

Fin del bipartidismo En lo que ambos expertos coinciden es en que el bipartidismo tradicional en el Estado español será cosa del pasado, pudiendo pasar, según Ramón Zallo, a un “tripartidismo”, ya que “las fuerzas que aparecerían con un peso muy significativo serían PSOE, PP y Podemos”. “Después habrá una presencia significativa de Ciudadanos y ya veremos si IU remonta el vuelo”, agrega en referencia al tablero político que se refleja en el Congreso de los Diputados. Txema Ramírez de la Piscina va más allá y achaca el “acoso” político y mediático a Podemos al “pavor del Estado ante el fin del bipartidismo”. Tras expresar su deseo de que el fin de la hegemonía PSOE-PP sirva para “democratizar un Estado como el español, de apariencia democrática pero que en los últimos años muestra una preocupante deriva totalitaria”, agrega que “el afán del Estado en demonizar a Podemos va a tener un efecto boomerang, similar a lo que ocurrió con Bildu tras su legalización hace cuatro años”, lo que se podría traducir en un importante apoyo en las urnas.

Después de los buenos resultados cosechados por la coalición en las municipales y forales de 2011, en parte como consecuencia de la euforia por el fin de los atentados de ETA, el apoyo electoral a la izquierda aber-tzale se ha moderado en las posteriores citas con las urnas. El catedrático de Comunicación lo achaca a que “el proceso de pacificación les pesa como una losa” porque “los resultados han sido nulos por la cerrazón del PP”. Esta situación “le maniata mucho a la hora de definir una estrategia potente de cara al futuro”, a lo que se añade que “su líder está en la cárcel”, en referencia a Arnaldo Otegi. “Su visibilidad ha estado muy lastrada -concluye Zallo-, y no sé si eso les pasará factura” en los inminentes comicios. Sobre esta misma cuestión, Ramírez de la Piscina señala: “No creo que ese desgaste de EH Bildu sea tan importante como parecen predecir algunas encuestas”. Lo que sí admite es que “la irrupción de nuevas formaciones va a trastocar bastante el mapa político”.

En relación a la intensidad que el efecto Podemos tendrá en Euskadi en comparación con el resto del Estado español, el profesor de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación considera que “es una incógnita; creo que afectará algo menos de lo que pueda ocurrir en el Estado, sobre todo al PP, PSOE y UPyD, aunque también a EH Bildu y PNV”. En cualquier caso, a la hora de ejercer el derecho al voto “la proliferación de candidaturas independientes generará confusión y despistes, sobre todo en sectores de la población cuya cultura política es media o baja”.

Navarra, caso aparte Por su parte, Ramón Zallo afirma contundente que la aparición de Podemos se dejará sentir en menor medida en Euskadi. “La duda es Navarra”, agrega, poniendo de manifiesto que esta comunidad es un caso aparte en esta ecuación, sobre todo tras el resultado del Navarrómetro del pasado noviembre que situaba a Podemos como primera fuerza, impidiendo así el por muchos esperado sorpasso de cariz abertzale. Zallo, que califica dicha encuesta de “sobredimensionada”, reconoce que sí refleja la fuerte irrupción de Podemos, que “recogería un cierto peso de una izquierda histórica que ha estado a la izquierda del Partido Socialista y que ha sido muy amplia en Navarra”. Una sensibilidad “con unas raíces muy significativas”, repartida en los últimos años “entre Izquierda-Ezkerra, Geroa Bai y Bildu”, y que, con Podemos ya en escena, posibilitaría “unas alianzas de izquierda o centro izquierda” que las integre a todas, y “deje para la historia la etapa tan prolongada de UPN”.

“A saber qué podría pasar con la estrategia del PSN a futuro, porque lo que parece cantado es que UPN y PP pueden darse un batacazo significativo”, vaticina Zallo. En opinión de Ramírez de la Piscina, “Podemos va a ser la llave que va a decidir el futuro” en la Comunidad Foral. Un panorama que resulta “aún más interesante teniendo en cuenta que los dirigentes de Podemos-Nafarroa han dejado muy claro que no rechazan llegar a acuerdos con Bildu, con lo que el cambio puede ser una realidad y además, quién sabe, sin que sea necesario el concurso del PSN”. Los respectivos procesos constituyentes en el Estado, la CAV y Nafarroa, unidos a “la evolución del proceso soberanista en Catalunya, conforman un cuadro diferente, complejo y apasionante”, zanja.

En referencia a las elecciones municipales y forales de mayo en la CAV, Ramón Zallo pronostica que “el PNV descenderá algo, quizás también Bildu, y Podemos se hará un sitio pero no como primera fuerza como se plantea ni como segunda, sino en todo caso como tercera”. Ello significa que, según su opinión, a nivel del Estado serán predominantes PSOE, PP y Podemos, y en la CAV lo serán PNV, Bildu y el partido de Pablo Iglesias. El resto de fuerzas políticas “quedarían en una situación de mediana influencia y peso electoral”, concluye.