- La crisis económica que va a suceder a la sanitaria ya se está dejando sentir en Navarra y los primeros en sufrir sus consecuencias son las personas más vulnerables que, en muchos casos, no llegan a cubrir sus necesidades más básicas. En consecuencia, los comedores sociales llevan semanas trabajando a destajo para atender la demanda alimentaria de miles de familias navarras que, según afirman, ha aumentado por encima del 50% durante las semanas de confinamiento. Un incremento que las entidades sociales esperan que siga creciendo en los próximos meses.

Colectivos y asociaciones como el Banco de Alimentos, Cáritas, Villa Javier, París 365 o Cruz Roja han readaptado su manera de trabajar a las condiciones que imponía la pandemia para seguir dando este servicio esencial a más de 35.000 personas en Navarra, muchas de las cuales nunca antes se habían visto en esta tesitura.

En el caso del París 365, las personas que atienden en su comedor ha aumentado más de un 50% durante las semanas de confinamiento, pasando de unos 50 usuarios a unos 80 en la actualidad. "Muchas personas vienen derivadas de otros colectivos, la situación de muchas familias es muy precaria. También hemos ampliado la despensa, de 60 a 70 familias, pero garantizando que a las que estaban con nosotros de antes no se queden sin nada, ese ha sido nuestro objetivo", explica Myriam Gómez García, gerente de la Fundación Gizakia Herritar y responsable del comedor París 365. El trabajo "ha sido duro", comenta, puesto que además de incorporar usuarios, también han tenido que modifica su forma de trabajar: "Hemos modificado todas nuestras rutinas y ahora no venían al comedor sino que les dábamos un tupper con la comida. Pero hemos seguido adelante gracias a la solidaridad de la gente: hemos tenido cocineros voluntarios y hemos recibido donaciones de muchos productos y encima de calidad".

La pandemia también ha cambiado el día a día del comedor social Villa Javier, en Tudela. Allí, entre el capacico y el comedor atienden a más de 200 personas, de las cuales más de la mitad son menores. "El capacico no lo hemos podido ampliar más, pero el comedor ha crecido en torno a un 50%", señala David Crespo, coordinador de la entidad. El perfil de las personas que allí acuden es muy variado, desde quienes viven en la calle en una alta exclusión a quienes tienen situaciones más normalizadas pero que se han visto abocados a pedir ayuda para comer. "Ahora existe la figura del trabajador pobre, antes no existía, el que trabajaba tenía para comer, ahora ya no es así", denuncia Crespo.

En la misma línea, el Banco de Alimentos ha sufrido un cambio en la tendencia que traía antes de esta crisis. "La evolución era descendente, estábamos atendiendo a menos gente, pero tras el confinamiento eso ha cambiado y en estas semanas han sido 2.000 las nuevas personas que han requerido nuestra ayuda", constata Joaquín Fernández, presidente del BAN, fundación que da cobertura alimentaria a unas 23.000 personas en Navarra. Ahora, apela a la solidaridad con su campaña de La Gran Despensa, con la que esperan llegar a los 350.000 euros (220 toneladas de alimentos". Por su parte, Ángel Iriarte, director de Cáritas, afirma que de momento su situación se mantiene estable pero que sí han detectado que "la inmensa mayoría de las llamadas son para alimentación, cuando antes eran sobre vivienda, consumo, etc.".

Para paliar las consecuencias de la crisis, el Gobierno foral y Cruz Roja han llevado a cabo un programa para dar cobertura alimentaria a 12.748 personas, de las cuales 4.659 son menores que durante el curso recibían becas de comedor. Pero además, los Servicios Sociales de Base detectaron durante el confinamiento que un total de 2.689 familias navarras -8.089 personas- estaban en situación de vulnerabilidad económica por lo que también se les ha incorporado a este programa, que entrega a las familias kits con alimentos y tarjetas con dinero.

Economía sumergida. Algunas de las personas que peor lo están pasando realizaban su actividad laboral dentro de la economía sumergida. Al decretarse el confinamiento, se quedaron sin trabajo y sin prestación de por desempleo y desde las entidades y comedores sociales han detectado muchos casos de este tipo.

Pobreza con trabajo. David Crespo, del comedor social de Villa Javier, alerta sobre un fenómeno que está ocurriendo en los últimos tiempos y es que ya ni siquiera un trabajo garantiza salir de la pobreza. "Antes el que trabajaba más o menos vivía bien, ahora se nos acercan personas que trabajan pero que no les llega", apunta.

Cambio de tendencia. Medidas como la renta garantizada han hecho que en los últimos años se reduzcan las personas usuarias de muchos comedores sociales. Sin embargo, la irrupción del coronavirus ha provocado que muchas personas vuelvan a necesitar ayuda alimentaria.

Necesidades básicas. La ayuda alimentaria se ha convertido en la mayor demanda de las personas en situación de vulnerabilidad, según las entidades, por encima de temas como la vivienda.