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Peligros y consecuencias de dormir mal durante la ola de calor que azota Navarra

¿Qué es una noche tropical? ¿Y una noche tórrida?

Peligros y consecuencias de dormir mal durante la ola de calor que azota NavarraIBAN AGUINAGA

Noche tropical, noche tórrida o noche ecuatoriana... son distintas formas de decir, básicamente, que hace mucho calor para dormir sin contar con el refresco del aire acondicionado o un buen ventilador como sucede estos días en Navarra.

Aunque son términos más utilizados por los profanos que por los meteorólogos, se puede distinguir entre noche tropical o noche tórrida según la temperatura. Las noches tropicales, aquellas en las que resulta complicado descansar porque los termómetros no bajan de 20º, y las tórridas, en las que no bajan de 25º.

La temperatura ambiente de confort para el cuerpo humano se sitúa entre 16ºC-18º C. Por encima de estos valores, comenzamos a notar desazón térmica.

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En España, las noches tropicales eran un fenómeno esporádico y circunscrito casi a la costa, sin embargo, en las últimas décadas han ido aumentando y hoy en día son más frecuentes y más extensas. Además comienzan antes, en primavera, como ha sucedido este año, y se alargan hacia el otoño.

Los datos hablan por sí solos: en las cuatro décadas que van de 1961 a 1990, la media fue de apenas cinco al año, la cifra se duplicó de 1991 a 2020, con una media de 11, según los registros del sistema de observación europeo E-obs Copernicus recabados por el climatólogo Dominic Royé. Y, lo que es más grave, también son más intensas, lo que ha llevado a acuñar otro término para aquellas en las que no se baja de 25º: noches tórridas.

¿Qué es una noche tropical?

Las noches tropicales son aquellas en las que la temperatura mínima es igual o superior a 20ºC. Mientras que la temperatura mínima de una jornada se suele registrar poco después de la salida del sol, las máximas en verano suele registrarse en plena tarde, tras horas de fuerte insolación.

Factores como la cercanía del mar o la humedad ambiental pueden agravar o aliviar la sensación térmica en función de la zona, a pesar de que la temperatura sea la misma.

¿Dónde son más habituales?

En líneas generales, las islas Canarias tienen el mayor número de noches tropicales al año (92). El Hierro tiene de media de 128 noches tropicales al año, aunque también son frecuentes en varias ciudades peninsulares, así como de las Baleares. En los últimos años, Cádiz, Melilla, Almería, Alicante, Barcelona o Ibiza, entre otras, se han acercado al centenar. En el caso de Barcelona, además, se llegan a registrar en los veranos más cálidos una veintena de noches tórridas.

¿Por qué nos cuesta dormir?

A partir de los 25 grados, dormir se convierte en una misión imposible, puesto que, según los expertos, la temperatura ideal oscila entre los 18 y 21 grados.

En una noche tropical cuesta mucho conciliar el sueño en los primeros intentos, cuando la temperatura es más alta. El mayor número de horas de sol empeora la situación: la melatonina, hormona encargada de provocar el sueño, solo se segrega cuando existe poca luz.

¿Y qué nos espera en un futuro próximo?

De aquí a 2050, las noches cálidas -definidas como el 10% de las más calurosas del año- aumentarán entre un 15 y un 25% en el peor de los escenarios, por lo que de las 36 noches actuales se pasaría a 45 si no recortamos las emisiones de gases contaminantes. A finales de siglo, si seguimos contaminando al mismo ritmo, el aumento sería del 50%, es decir, 55 noches tórridas al año.

¿Qué consecuencias tiene sobre la salud?

25º es la temperatura mínima, el momento más frío del día, que se alcanza al alba, lo que implica que a la hora de irse a la cama, entre las diez y las doce de la noche, hace mucho más, de 32º a 34º. En el caso de las noches tropicales, supone dormirse a más de 25º. Acostarse a tan altas temperaturas tiene efectos muy nocivos para la salud porque, según los expertos, producen un estrés térmico prolongado, al impedir que el cuerpo descanse y se recupere del estrés térmico sufrido por el día.

El calor nocturno puede provocar alteración y privación del sueño debido a los procesos necesarios de termorregulación: para entrar en la fase de sueño profundo, el cuerpo necesita bajar el pulso, pero no puede hacerlo porque está trabajando para bajar su temperatura.