Esther Fernández-Arjonilla, jueza de Violencia de Pamplona: “Cada vez impongo menos pulseras a maltratadores, son poco efectivas”
La jueza de Violencia de Pamplona suele tener en la mesa de su despacho incidencias diarias de algún problema con agresores por los dispositivos de control
Hace más de un año abordamos el problema de los dispositivos telemáticos a agresores.¿Sigue habiendo problemas?
–Sin duda. Las incidencias vienen derivadas en gran parte por problemas con la geolocalización. De hecho, me llegan incidencias por ejemplo de una persona que sabía que estaba en prisión. Y me aparecía como que llevaba un mes sin dispositivo telemático. Las incidencias pueden ser de segundos, horas, días ilocalizados... y hay que pedir informes para saberlo.
¿Cuántas incidencias le llegan?
–A la semana llegan bastantes. Del fin de semana llegan diez o doce. Como cada vez ponemos menos pulseras... Eso es una realidad general. No nos gustan porque es un sistema poco fiable, con poca efectividad. Hace mucho que no acuerdo una pulsera como medida de control. Llevo 9 años en Violencia y las víctimas se quejan. Hay que informarle a la víctima de todo lo que supone este sistema. Si una víctima está durmiendo en su casa de madrugada y el agresor resulta que ha pasado por su lugar de trabajo (que está referenciado en Cometa como un lugar de exclusión y, por tanto, suena la alarma), le despierta el dispositivo y perturba a la víctima. Si hablas con los psicólogos, incluso te hablan de que hay casos muy sutiles que suponen como otra forma de maltrato. Pero aquí estamos en el Derecho Penal y para condenar a alguien por un quebrantamiento necesitamos probar que lo ha hecho de manera intencionada.
¿No era una buena medida?
–El cometa per se no vale para nada, lo que sirve es para controlar una medida judicial de alejamiento, bien como medida cautelar o como pena. Da una facilidad porque supone tener 24 horas al día 7 días a la semana a una persona controlada y si quebranta, te enteras. Pero si esa alarma se produce cuando falla la cobertura, la batería, cuando el agresor se aleja del dispositivo... Y claro la víctima está continuamente informada. Eso son perturbaciones continuas. Un agresor nos mandó como prueba que estando él al lado del dispositivo (lo componen una especie de PDA móvil y una pulsera, y si se separan, suena la alarma), se activaba la alarma. Eso le genera un quebranto en sus derechos, pero también a la víctima, que no sabe a qué se debe la alarma.
¿Siempre hubo estos problemas?
–Son más habituales desde que hubo esa adjudicación nueva en 2023 (a Secutiras y Vodafone). Hay compañeros jueces de otras comunidades que tienen a encausados con pulsera en busca y captura porque nadie sabe donde están. A veces tienes días continuados de incidencias por personas que se han ido al extranjero, pero hay ocasiones que no sabes que se han ido.
¿Cómo se mejora el sistema?
–Estamos en el mundo de la Inteligencia Artificial, se hace de todo, entiendo que con inversión tiene que poderse mejorar. Y si no es así, lo que tenemos que saber son los fallos y el alcance del sistema, para saber a qué nos estamos enfrentando, porque lo que nos falta es información. Hay algo extraño, te das cuenta porque te llegan incidencias pero nadie te dice nada. Durante el apagón, lo primero que se apagaron fueron los sistemas. Y nadie nos informó de problemas de cobertura, pero los hubo. También hay ocasiones en las que al propio investigado se le descarga el dispositivo o he tenido incidencias de más de una hora pitándole a un agresor por estar cerca de la víctima, y otra que le tenía al lado y no saltó el dispositivo.
¿De qué manera afecta a la protección de la víctima?
–En la valoración de riesgo policial, si una víctima está en riesgo extremo tiene una protección diaria. Si se impone una pulsera, se le rebaja el nivel de riesgo. Pero si bajo esa valoración y la pulsera no funciona bien, el sistema falla. Tuvimos a una víctima que se encontraba sin protección policial y a la que tuvimos un día sin que le pusieran el dispositivo que ya llevaba el agresor porque nos lo comunicaron tarde. Por suerte pudimos avisar a tiempo a la Policía Foral.
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