- Las protestas de grupos contrarios a las restricciones, defensores de teorías de la conspiración, antivacunas y extremistas salpicaron ayer la reactivación de la vida pública alemana, que se ha extendido a los bares y la Bundesliga.

Varios centenares de personas en diversos puntos de Berlín, otras mil en Múnich y unas dos mil en Stuttgart salieron a la calle por tercera semana consecutiva, contra las restricciones a la libertad de movimientos, a la actividad pública y económica por la pandemia del coronavirus.

Un par de centenares de personas trataron de cortar el paso a una marcha ultraderechista en Fráncfort, bajo la consigna de “nazis fuera”. Varias organizaciones habían llamado a plantar cara a los intentos extremistas por capitalizar el descontento o la preocupación por los estragos económicos de la pandemia.

Las protestas de unos y otros grupos empezaron en abril con actos mínimos -hasta 20 personas-. Con la relajación de las restricciones al derecho de reunión se autorizaron concentraciones de 50 personas en Berlín y de hasta 5.000 en Stuttgart, aunque con la condición de guardar las distancias.

En la céntrica Alexanderplatz de Berlín había anunciadas hasta diez convocatorias diversas; en la vecina plaza Rosa Luxemburg se concentraron decenas de manifestantes de la izquierda radical. En realidad había más gente guardando cola ante los comercios o sentadas las terrazas que en los puntos delimitados para manifestarse.

Era el primer fin de semana con bares y restaurantes abiertos -aunque con aforo limitado y las mesas separadas- y también el del regreso de la Bundesliga -con partidos a puerta cerrada-, tras 66 días de pausa. La prioridad mayoritaria era recuperar, aunque fuera en parte, ese aspecto de la normalidad.

Hasta 1.000 antidisturbios se desplegaron en la Alexanderplatz berlinesa, aunque no hubo mayores incidentes. Sí actuó la policía, en cambio, ante el Reichtag (sede del Parlamento), donde se había concentrado un número mayor de personas de lo autorizado.

La tensión entre los agentes era alta. Una semana atrás fueron atacados en actos similares, en Berlín, dos equipos de la televisión pública, cuyos miembros acabaron en el hospital.

En estas marchas se ha observado una creciente presencia de ultraderechistas, mezclados con “conspiracionistas” e individuos que ven en la pandemia una maniobra del estadounidense Bill Gates para hacerse con la vacuna y dominar el mundo.

La canciller Angela Merkel era hasta ahora el enemigo número uno de la ultraderecha alemana, que adoptó como eslogan de campaña la frase Merkel muss weg (Merkel debe irse). Las protestas alcanzaron también su oficina en Stralsund, donde apareció una lápida rodeada de flores, acusándole de haber “enterrado” la libertad de prensa.

Justamente a enaltecer la prensa crítica dedicó Merkel su videomensaje semanal de ayer. La democracia necesita “hechos e información”, capaces de discernir entre “verdad y mentira”, afirmó, para llamar, una vez más, a “atender a la ciencia”.

Su mensaje se cerraba recordando la situación que se vive bajo regímenes autoritarios y lamentando los “ataques que sufren también en nuestra sociedad democrática los periodistas”. La hostilidad hacia los medios es característica creciente en la ultraderecha.

Las protestas contrastan con el apoyo mayoritario a las medidas del gobierno de Merkel contra la pandemia. Un 66% de los ciudadanos considera “adecuadas” las restricciones impuestas, según la encuesta semanal de la televisión pública ZDF. Un 17% la considera excesivas, mientras que el 15% piensa que deberían ser mayores. Al bloque conservador de Merkel se le pronostica ahora una intención de voto del 38%, mientras que la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) bajó al 10%.

La desescalada. En Alemania no se implantaron medidas de confinamiento, sino de distanciamiento social. En las últimas semanas se procedió a la reapertura gradual de los comercios y actividades escolares, a lo que sigue ahora una reducción de los controles fronterizos

14.000 casos activos. De los 173.722 contagios, quedan unos 14.000 activos y 152.600 son pacientes recuperados, mientras que la cifra de muertos es de 7.881.