Saludemos con optimismo cualquier mutación de una formación política, sea refundación, coalición o elevación a plataforma. Va bien, lo digo convencido, que las estructuras tradicionales se transformen y ofrezcan marcas y oficinas de mando diferentes. Además, el votante se suele aburrir de tener que elegir siempre sobre la misma oferta y no hace ascos a que las papeletas contengan logotipos nuevos. Ejemplos los tenemos por decenas, cercanos y más lejanos. Desde esta perspectiva, la plataforma Navarra Suma es una invención interesante, aunque está por ver hasta qué punto sus autores son capaces de articular a través de ella un nuevo reclamo que suscite la adhesión pretendida en su espacio de referencia. Lo que seguro que no van a poder hacer es escribir un folio con un programa electoral digno de tal nombre y que vaya más allá de lo que ya han contado, la vocación por ser el baluarte de contención del nacionalismo vasquista en Navarra. Algunos ilusos seguimos pensando que cuando de votar se trata lo que haces es seleccionar el instrumento que te permita cambiar algunas cosas de la sociedad. Habrá quien vote por motivaciones más difusas, y habrá quien vote por albergar la esperanza de que sus representantes vayan a operar algún tipo de transformación más definida. Cuando se juntan UPN, PPN y Cs y se presentan en un combo -para generales, forales y municipales, lo tomas o lo dejas- lo hacen tras declarar un estado de emergencia en Navarra y la exclusiva intención de desalojar al cuatripartito causante de los males. Es decir, aquello de “que vienen los vascos” como única argamasa. Los tres partidos, huelga constatarlo, son diferentes en planteamientos relevantes de la política social y económica. Por ejemplo, Cs defiende la maternidad subrogada y no plantea cambiar la actual ley del aborto. UPN, en cambio, es radicalmente contrario a ambas opciones, y el PP parece poco partidario. Tiempo atrás, Cs hablaba del capitalismo de amiguetes como cáncer de nuestra economía, y hoy es el día en el que tenemos a los de UPN vagando como zombis y defendiendo el expolio de la Caja y la mangancia de Iberdrola, casos notorios de que a base de amiguetes se perpetran fechorías. Se podrían describir muchos más supuestos, pero la pregunta seguiría siendo la misma: un votante del llamado centro derecha navarrista que opte por NS, ¿cómo puede hacer valer cualquier pretensión que no sea el desalojo de Barkos? La respuesta es obvia: de ninguna manera. Nadie dará cuenta de cómo se van a comportar los representantes en cuestiones fundamentales del día a día político, ni siquiera sabemos qué grupos parlamentarios van a utilizar para ello. Se pide un voto regido por una única motivación, cuando las que albergan los electores pueden ser tan diversas y particulares como el número de ellos. El resultante es, posiblemente, el mayor exponente de depauperación política que se haya conocido en tiempo reciente: una renuncia a que la política sea un cauce efectivo para lograr esos pequeños avances que en tantas ocasiones son determinantes para el progreso social, o que en cualquier caso representan pretensiones libres de los ciudadanos. Pero sobre todo, es también la renuncia a promover proyectos compartidos más allá del perímetro de los coaligados, porque de lo que se trata es sólo de echar a los que están.

No es insignificante otro elemento de la génesis de NS, cual es el permiso que ha concedido el periódico editado en Cordovilla para la celebración del enlace. Los mismos que hace ocho años establecieron que el PPN era antiforalista y debía ser proscrito en favor de la entente UPN-PSN, que ya vimos cómo acabó. Los mismos que hace cuatro años machacaron a Cs y les impidieron entrar en el Parlamento, bajo idéntica acusación de apóstatas de nuestras esencias. Hoy es el día en que esos mismos ya aceptan que el PPN es suficientemente navarro y que los de Cs han abrazado la foralidad por la notable razón de que ahora los dirige Pérez Nievas. Han hecho la prueba del pañuelo a las novias y autorizan los esponsales. A juicio de esos guardianes de nuestro devenir histórico, el nuevo peligro para Navarra se llama Vox, es la novedad en el desfile de este año. Sea cual sea la penúltima invectiva, lo que no cambia con el tiempo es que en Príncipe de Viana nada hubieran hecho de no mediar el viático. Es decir: cambiará la papeleta, pero apenas nada más.